La vida y la pasión por la ciencia ha unido, separado y vuelto a unir a dos amigas coruñesas. Primero en la ciudad en la que nacieron y muchos años después en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Estela Area y Sandra Barral estudiaron juntas en las Franciscanas y después terminaron Biología en la Universidad de Santiago. La primera hizo la tesis en Madrid sobre el virus de la gripe, la segunda en Santiago sobre medicina legal. En 2007 coinciden en el mismo departamento en el campus de Columbia en Manhattan, donde Estela es hoy profesora asistente de Neurología y Sandra es profesora asociada de Neurogenética. Dicen que allí las conocen como "las guerrilleiras", por su movilización para fomentar la colaboración entre disciplinas para hallar soluciones a enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer o el ELA y por luchar contra la discriminación de género en su ámbito de trabajo.

"Son muchas las situaciones de discriminación que conocemos, que a veces se confunden con el choque cultural que se da en una ciudad como Nueva York y en Columbia, que, como las universidades, tienen estamentos cerrados y leyes. Nosotras apoyamos el movimiento #MeToo y asesoramos a chicas tras el doctorado, las ayudamos a focalizar la carrera y a acudir a mecanismos para denunciar casos de discriminación que puedan sufrir", explica Estela Area, que ayer participó con Sandra Barral en una charla en la Domus con motivo de la Semana de la Ciencia.

Con el mismo empeño, añade, promueve junto a su amiga y a otros colegas de profesión la colaboración interdisciplinar en las investigaciones: "Con especialidades que encajan debe haber esfuerzos conjuntos para que el alzhéimer, que hoy llega a niveles de epidemia, pueda ser combatido. Si no cambiamos de estrategia, se va a ralentizar el descubrimiento de la causa y las posibles terapias a seguir en el futuro".

Sandra Barral, que antes de ocupar su plaza en Columbia en 2007 desarrolló estudios de estadística genética en la Universidad Rockefeller, investiga sobre los factores de riesgo del alzhéimer y profundiza en el proceso cognitivo de la enfermedad, especialmente en el progreso de la memoria y en los perfiles genéticos de pacientes y no pacientes. La estadística, las matemáticas y la bioinformática coinciden en su trabajo de investigación diario sobre la manifestación tardía del alzhéimer. "El gran avance que hemos experimentado en este campo es el conocimiento de la enfermedad, el gran reto es que todavía seguimos sin saber explicar por qué ocurre. Se avanza mucho y se invierte mucho y se cambia de modelo, con nuevas ideas de investigadores de otros campos. Es un ámbito científico fascinante en el que aún queda mucho por recorrer", repasa la científica coruñesa.

Reconoce que desborda pasión, necesaria en su trabajo: "Crucé un océano para dedicarme a esto". La "frustración" por no poder vivir de la ciencia en España la animó a cambiar de continente, "a trabajar en laboratorios grandes con grupos de colaboración, con gente excepcional y mentes increíbles". Su ejemplo, como el de su amiga Sandra, es el que ayer transmitió en la Domus: que los jóvenes estudien y progresen en el extranjero.