Estibada está en una zona de confluencia, ahí donde empiezan los accesos a la ciudad y donde se deja atrás Arteixo, con toda su industria, sus viviendas, sus carreteras y el embalse de Meicende. Para esta zona a la que parece unir solo el suelo que habita, la Xunta ha puesto en marcha un proyecto de paisajismo, una experiencia piloto que se desarrollará también en Portomarín (Lugo).

El Instituto de Estudios do Territorio, dependiente de la Consellería de Medio Ambiente, como paso previo a la definición de planes de acción sobre el paisaje en áreas urbanas degradadas, ha contratado la redacción de este estudio enfocado en un entorno que algunos urbanistas denominan "áreas estresadas" ya que soportan, en un espacio reducido, un gran conjunto de actividades e intensos flujos de desplazamiento.

El arquitecto y urbanista Luciano G. Alfaya, del estudio de arquitectura coruñés MMASA, -conjuntamente con Serye, Antega e Irisarri-Piñera- ha sido el ganador de este concurso de la Xunta de Galicia, licitado por 50.000 euros, para diseñar la estrategia de cambio de estos enclaves, explica algunas de las claves del proyecto, que se encuentra todavía en una fase inicial.

Defiende que estas actuaciones, en las que se busca un nexo entre los diferentes elementos del territorio serán, en el futuro, más habituales y que esta idea trasciende al poner o quitar elementos de la vista de los vecinos. "Tal y como nosotros lo entendemos es necesario un enfoque holístico, en el que se integren, al menos, paisaje, movilidad y arquitectura y en el que se diluyan los limites administrativos sobre el territorio", comenta.

Las actuaciones programadas se irán haciendo realidad con el paso del tiempo ya que, en 2019, se desarrollará el plan de acción. "Se trata de mejorar lo existente. Durante el trabajo se propondrán distintas intervenciones a muy diversas escalas, pero siempre desde una visión realista que tenga en consideración lo existente. En cualquier caso, siendo conscientes de la multiplicidad de controversias existentes, es probable que sean necesarias pequeñas actuaciones en el corto plazo y empezar a programar actuaciones de mayor escala a medio o largo plazo", comenta, ya que la idea no es deshacerse de todo lo que hay y cambiar la idiosincrasia del lugar, sino que todo ello conviva de una manera más integrada potenciando las singularidades del entorno.

"La mezcla de usos y la complejidad del territorio deben ser entendidas como un valor que lo enriquece. Esta zona, históricamente, parece soportar instalaciones y actividades que otras zonas del área urbana de A Coruña rechazaban, por lo que hoy se hace necesaria una visión global, metropolitana, que permita entender la importancia de los distintos flujos en el territorio sobre una zona que será clave en el futuro", defiende Luciano G. Alfaya, en referencia a la cantera, el embalse, carreteras, industrias y también áreas residenciales.

El trabajo comenzará con una toma de información, no solo con mapas y documentos, sino también sobre el terreno, después, tendrán que hacer un diagnóstico de la zona, poniendo el foco en cuestiones como las singularidades del paisaje, las condiciones de percepción los valores paisajísticos e impactos que puedan existir. En la tercera fase se definirán las propuestas concretas de actuación y también en qué orden han de realizarse. No será hasta entonces cuando empiecen a realizarse cambios en el enclave.