El camino que llevó a Francisco García Ibarra del sur al norte fue largo. "Nací en Sevilla, pero he vivido en Tenerife, Palma de Mallorca, Fuerteventura y A Coruña. Para venir aquí cogí el mapa y estuve entre esta ciudad y Valencia o Barcelona", recuerda el artista, trashumante por naturaleza. El peso del amor fue en aquel momento lo que inclinó la balanza a favor de tierras gallegas, donde lleva ya 13 años. Aquí desarrolla desde entonces su trayectoria como miembro de la Asociación de Artistas, en cuyo local expone hasta el 25 de febrero su selección de piezas más reciente.

Memorias de ayer y de hoy se inauguraba el pasado 30 de enero, con una clara vocación de mirar al pasado. En la muestra, compuesta por 24 obras hechas a carboncillo, pluma y acuarela, el sevillano hace un repaso por todos los lugares a los que un día llamó hogar, o que le han marcado de alguna manera. La catedral de su ciudad natal, el Barco de la Virgen de Tenerife, y retazos de sus viajes como paisajes manchegos y un bosquejo del Edificio Chrysler, conforman esta panorámica del que ha sido hasta hoy el camino del artista. A Coruña, y en especial la Torre de Hércules, completan la instantánea que ofrece el pintor, que arrancaba las raíces de su tierra en los 90 para hacer en Canarias el servicio militar.

Recordar aquellas "batallitas del Ejército", con su hijo de seis años como oyente, fue lo que despertó en García la idea de la muestra, llena de remembranzas. "Me vinieron a la mente esos lugares que son tan importantes para mí, sitios en los que me crié. De todos tengo un buen recuerdo, incluso de Fuerteventura, donde tuve un episodio traumático", explica el pintor en referencia al accidente en el que perdió el brazo derecho. Después de aquello, tocó reinventarse, y darle un giro de 180 grados a la vida. García aprendió a pintar como un zurdo, y dejó la isla para "empezar totalmente de cero", desplazándose varios kilómetros por encima del océano Atlántico.

Aquel infortunio puso fin también a su carrera como tatuador, una disciplina sobre la que se había formado en Madrid, y que le ha ganado más de un cumplido en su muestra de A Coruña. "La gente que vino a la inauguración me dijo que era bastante innovadora, porque no se suele ver ese estilo urbano en un pintor. Normalmente los artistas tienen un estilo definido, pero yo tenía que adaptarme a lo que me pedían los clientes", apunta García, que se encuentra ya embarcado en nuevos proyectos.

Estos días, el sevillano le está dando los últimos retoques a su reinterpretación del símbolo de la justicia, que podrá verse a partir del 5 de marzo en la ciudad. El cuadro formará parte de una exposición en la que participarán otros autores, que instalarán sus obras en Abanca en beneficio de la Fundación Tierra de Hombres.