Cuando Carmen María Villar Freire vio por televisión el discurso de Jesús Vidal al recibir el Goya, algo se movió en su interior. "Esperanza", dice ella, al ver como "otras personas con discapacidad intelectual también pueden hacer cosas". Mientras se emocionaba con las palabras del actor de la película Campeones solo podía pensar en su hijo de acogida Jorge „nombre ficticio„, que a sus ocho años padece el Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal, que consiste en un grupo de afecciones que pueden presentarse en una persona cuya madre bebió alcohol durante el embarazo. Estos efectos pueden incluir problemas físicos y problemas del comportamiento y del aprendizaje.

"Es un niño muy impulsivo al que le cuesta memorizar las cosas", desvela su madre de acogida, a la que llama madrina. Pero ese no es el único problema con el que tiene que lidiar diariamente. Su situación en el colegio en el que estudia, el Cidade Vella, es también un obstáculo en su crecimiento. "Cada día tengo que escuchar quejas de padres y madres sobre el niño, que si es maleducado o que le pegó a sus hijos", cuenta Carmen Villar, que asegura que "no es nada fuera de lo normal de lo que puede ocurrir en un patio de niños de ocho años".

Confiesa que la solución para que Jorge pueda convivir con sus compañeros está cerca, pero "nunca llega". "Un equipo de orientación específico evaluó al niño en diciembre de 2017. En el informe se explica que necesita un cuidador o auxiliar que lo acompañe en la entrada y salida del colegio, en el recreo, en la clase de Educación Física y en los cambios de clase", apunta. Sin embargo, los meses pasaron y el pequeño sigue sin tener a alguien que los supervise "en momentos poco programados". "Incluso me ofrecí yo a ir a los recreos", expone su madre de acogida, que entiende que a veces puede desesperar a otros alumnos porque "por ejemplo, si están jugando al fútbol, él no sabe y simplemente les coge el balón". "Tiene que tener a alguien que le diga que eso no está bien", añade.

Además de contar con el apoyo de la Asociación Galega de Adopción e Acollemento, que trata este tipo de casos, Carmen Villar también mantuvo reuniones con la directiva del centro para avanzar en este tema. "Me dicen que los temas de la Administración va lentos y que de momento no han admitido la petición de una cuidadora", explica. La Consellería de Educación asegura "no tener constancia" de dicha solicitud, pues el centro ya cuenta con un cuidador, aunque este está asignado a un alumno con autismo. "La Xefatura Territorial sí ha recibido una solicitud de reunión por parte de la dirección del centro", informan fuentes de la Xunta.

La directiva del Cidade Vella, según indica la madre de acogida, le propuso "una escolarización combinada con un centro de educación especial". "Yo me informé, hablé con psicólogos y Jorge no tiene por qué estar allí. Él tiene ganas de aprender. Primero necesita un cuidador y si eso no funciona, una persona de refuerzo. Agotaremos todas las opciones", comenta. Villa Freire asegura que la situación "es muy triste" porque aunque el pequeño "tiene una discapacidad intelectual, no es tonto". "A veces me preguntan por qué no le invitan a los cumpleaños", lamenta la madre de acogida, que espera que "igual que la gente ha compartido en redes sociales el discurso de Jesús Vidal, mire a su alrededor y favorezca la inclusión de estas personas". Carmen no quiere que Jorge "sea presidente del Gobierno, solo que sea feliz y esté integrado en la sociedad".