Si exceptuamos al pianista macedonio, todos los integrantes de este concierto tienen el carácter de "gente de la casa"; pero en esta ocasión hubo quienes, sin perder este carácter familiar, desempeñaron papeles extraordinarios. Tal fue el caso de José Trigueros, percusionista de la OSG y en la oportunidad director de un concierto de altísima exigencia para orquesta y batuta que, digámoslo ya, estuvieron en uno de sus días grandes, muy grandes. No es la primera vez que destaco la labor rectora de Trigueros, músico vocacional al que aguarda una brillante carrera sobre el pódium. Insisto en ello porque el percusionista valenciano es un hombre modesto y precisa tener la convicción de que posee notables condiciones para empuñar la batuta, lo que demostró plenamente ante un programa de notable dificultad. Únase a ello que todos los refuerzos „diecinueve„procedían de la Orquesta Joven (también, "gente de la casa)" y que se integraron en el conjunto de una manera admirable. Un mérito más de Trigueros ha sido el impecable balance conseguido en el concierto de Rachamaninov, obra muy complicada en este aspecto debido a las poderosas sonoridades de la orquesta que fueron bien dosificadas por la batuta. Bien es verdad que Trpceski es un pianista excepcional capaz de acariciar el piano en el comienzo de la obra y conseguir impactantes volúmenes en momentos en que la orquesta se situa en niveles de muy altos decibelios. Por cierto, casi me atrevería a incluirlo en la nómina de "gentes de la casa" ya que dijo hallarse encantado entre nosotros y además va a volver „¡Dios sea loado!„ el año próximo. Regaló un bis poco habitual: el 2º movimiento de la Sonata para violonchelo y piano, opus 19, de Rachmaninov, para lo cual contó con la inestimable colaboración de la violonchelista invitada para la presente temporada, Anne Yumino Weber, que, debido a su calidad, confiamos pase a ser también "gente de la casa".