Cuando uno tiene el peligro cerca es difícil combatirlo. Eso le ocurrió a Antonio —nombre ficticio— que se enganchó al juego que llevaba encima. Trabajador de una casa de loterías,se enganchó a los cupones y a los rascas. La solución para salir de ese pozo la encontró en la Unidad de Tratamiento del Alcohol y Conductas Adictivas (Utaca). "Empecé a jugar con los cupones que me quedaban y no devolvía. Al principio era poco pero fue a más y fui generando deudas económicas que no podía pagar", recuerda.

Esto ocurrió en 2004. Por aquel entonces Antonio no veía su adicción como un problema. "Yo creía que podía parar cuando quisiera pero no. Solo ves el problema cuando llegas a una asociación", explica. Le hablaron de Utaca y no dudó en llamar a su puerta. Salió de aquel obstáculo pero la vida le tenía preparado otro. "Estuve diez años limpio. En este tiempo no jugué a nada. Ni lotería de Navidad ni las máquinas de apuestas", explica, y añade que, poco después, "aparecieron los rascas" y esa fue su perdición. "Yo los vendía y me enganché. Un día me quedé con uno de cinco euros y pensé '¿por qué no?'. Tuve la mala suerte de queme tocaron 500 euros", revela.

Un dinero que desapareció en cuestión de segundos. "Al ser un dinero que no era mío lo usé para seguir comprando rascas. Pero luego seguí jugando con mi dinero hasta que empecé a darme cuenta de que era un problema".

Antonio decidió volver a Utaca. "La primera vez me costó venir pero la segunda ya no porque vi lo que me estaba pasando y sabía que ellos me podían ayudar", comenta. El psicólogo Manuel Lage explica que esta asociación "trata a la persona como una persona y no como un enfermo o adicto". "Antonio tiene una parte social, biológica y psicológica. Le hacemos un tratamiento en base a eso e intentamos dar respuesta a lo que le ocurre integrando esas tres áreas", analiza. Utaca, además de ofrecer consultas individuales, cuenta con terapias de grupo que "son muy rentables y funcionan muy bien".

Lage apunta que el apoyo también llega a los familiares. "Hay que ayudar a la familia y enseñarle a ayudar. Este problema alcanza a mucha gente y el entorno también sufre", reconoce el psicólogo.

Para escapar del juego, Antonio cree que es "importante mantenerse ocupado", por eso va a clases de italiano, de ukelele y de baile. Además, pasa sus ratos libres en la biblioteca y todas las mañanas pasea desde Eirís hasta la Torre de Hércules. También participa en los talleresde teatro y cocina que organiza Utaca.

El tema económico es uno de los que más preocupa a los usuarios de esta asociación, pero Manuel Lage tiene claro que es un problema menor y trata de hacérselo ver a los pacientes. "Las deudas se pueden arreglar pero hay otros daños que son más difíciles de tratar como la pérdida de confianza. La frase típica de los familiares es 'le perdono todo pero no que me haya mentido'. Hay que entender que la mentira es un síntoma de la enfermedad", indica.

En el caso de Antonio, Utaca lleva un control de sus gastos. "Fue una cosa muy sencilla. Me asignaban un dinero al día y lo que sobraba lo metía en una hucha. Al final de año, me fui con mis hijas de vacaciones", cuenta emocionado,y recuerda que "una de las motivaciones" para acabar con esta adicción fue ver que su "hija pequeña compró otra hucha al volver para seguir llenándola".

El psicólogo de Utaca alerta no solo del peligro de rascas y cupones sino también de las apuestas online. "Internet lo hace muy peligroso. La intimidad, la rápida, la disponibilidad, la accesibilidad... Se puede jugar en casa en el sofá tan solo con un móvil. No tienes que vestirte, ni salir a la calle, y no hay ningún filtro. Es muy fácil acceder",analiza Lage, que coincide con Antonio en que "las apuestas son las tragaperras sin música"