Nací en la localidad de Nebra, en el municipio de Porto do Son, donde viví con mis padres, Adolfo y Dolores, y mis hermanos Amalia, María, Adolfo y Lolo. Mis padres trabajaron en el campo desde que amanecía hasta que anochecía y yo les ayudé desde los seis a los quince años, edad a la que me enviaron a esta ciudad, a la que llegué en 1950 con lo puesto y doscientas pesetas que me entregaron mis padres con gran sacrificio para poder vivir hasta que encontrara trabajo.

Me instalé en casa de un amigo de mis padres que vivía en una de las primeras casas que se levantaron en la calle Baldaio, en el Agra do Orzán, donde estuve hasta los veinticuatro años, edad a la que me casé en la iglesia de San Pedro de Mezonzo cuando aún estaba a medio construir.

Tuve la suerte de que al poco de llegar me ofrecieron un empleo como marinero en una baca del día, tras lo que seguí en esta profesión en bacas del Gran Sol, en las que las pasé canutas porque había que trabajar mucho y soportar unos temporales de campeonato con unos barcos que apenas tenían medios, por lo que si había un naufragio solo se podía contar con la ayuda de un barco que estuviera cerca.

Recuerdo que cuando estábamos capeando un temporal, un gran golpe de mar nos cogió de través por la banda de estribor y quedamos escorados con riesgo de hundirnos, con el agua entrando por la chimenea y los respiraderos, por lo que la caldera se apagó y la sala de máquinas se anegó en parte, aunque entre toda la tripulación conseguimos achicar el agua después de 36 horas de trabajo, tras las que logramos encender de nuevo la caldera y regresar con el marco medio desarbolado, ya que la red se enganchó en la hélice y hubo que hacer grandes esfuerzos para romperla.

Navegué en ese barco hasta que hice la mili en la Marina en Ferrol como cabo señalero y patrón de la lancha del comandante del destructor Escaño, por lo que lo pasé muy bien y aprendí bastantes cosas que luego me valieron para mi trabajo como patrón de pesca y capitán tras los estudios que hice en la escuela Jorge Juan de Ferrol, donde también me preparé para mecánico naval.

Al terminar la mili volví al Gran Sol en otro pesquero ya como patrón y me sorprendió otro temporal de fuerza 12 que nos partió el eje de cola y nos dejó sin máquina. El Capitán Chimista estaba cerca de nosotros y vino a socorrernos, pero el temporal era tan fuerte que no pudo hacer nada, por lo que el barco fue arrastrado hasta Francia, donde el Capitán Chimista vino en nuestra ayuda para remolcarnos hasta el puerto coruñés.

Tras casarme con Mercedes Ramos, con quien tengo dos hijas, Mercedes y Nuria, y una nieta llamada Sabela, tuve un accidente cuando estaba de patrón del pesquero Canarias a la altura de las Sisargas, donde un temporal hizo que nos hundiéramos por popa por el peso del combustible, de forma que tuvimos que soltarlo, aunque el maquinista no quería, por lo que tuve que amenazarle con denunciarlo. Toda mi vida laboral la pasé en los pesqueros, como una baca del día del armador José Patiño, en el Faro de Morrazán y en el Lobo, de los hermanos Pombo. Ahora, ya jubilado, soy coralista en los Capuchinos y hago teatro en el grupo de Amas de Casa y el de jubilados de Abanca.

Testimonio recogido por Luis Longueira