El country, el bluegrass o el folk son géneros en sí mismos que beben de tradiciones antiguas, orales o musicales, que en el curso del tiempo evolucionan para dar origen a propuestas con apego al clasicismo o decantadas por la renovación. La música americana da fe de múltiples ejemplos en este amplio terreno. Más cerca, en España, son contadas las incursiones en el folclore autóctono para extraer de sus raíces música que junte el vínculo a la cultura de la tierra con un abrigo sonoro más propio de tierras norteamericanas. Los Hermanos Cubero, lejos de "la rareza" con la que se los define, están ahí para demostrar que una jota o una vieja composición castellana pueden interpretarse en clave de bluegrass. Hoy actúan en la Plaza de las Bárbaras a las 21.30. A Enrique y a Roberto Cubero, quien atiende a esta entrevista, les acompañan Jaime del Blanco con el violín y Javier Sánchez al contrabajo.

Lo suyo es música de raíz, donde cabe de todo. ¿De dónde nacen sus raíces y hacia dónde crecen?

Vienen de la Alcarria, de Guadalajara, de donde somos y de donde tenemos un aroma musical que no podemos quitarnos, ni queremos. Me gusta pensar que esas raíces van hacia todas partes. Para nosotros hacer música es un acto de comunicación y de libertad creativa. No nos marcamos una dirección concreta. Nuestro último disco, Quique dibuja la tristeza, es muy distinto a los anteriores porque hacer arte es arriesgar en sí.

La tierra en la que uno nace y crece marca la obra de muchos músicos. ¿Tan evidente es en Los Hermanos Cubero?

Está claro. Y creo que se nota en la sencillez. Guadalajara, Castilla, es una tierra muy desnuda, abandonada, simple. En general, no hablamos mucho, no es que no seamos simpáticos pero tampoco somos la alegría de la huerta. Por eso nuestro sonido es sencillo.

Sencillos, pero de ustedes han escrito que son raros por mezclar la jota con el bluegrass. ¿Tan raro es eso?

Para mí no es una rareza. Lo raro es que alguien nos pregunte de dónde sacamos las corbatas con las que actuamos [risas]. Para mí hacer música con herramientas de la música tradicional no es algo friki, es simplemente música.

¿Son seguidores de esa tradición o estudiosos de ella?

Somos completamente autodidactas: en el aprendizaje de nuestros instrumentos, en conceptos musicales, en conocimiento de los ritmos tradicionales. Hacemos música desde nuestra pasión y amor por esa tradición musical, y supongo que eso se deja ver.

¿Mirando al pasado, a músicos como Ralph Stanley, o al presente, a artistas como Gillian Welch o The Milk Carton Kids?

Estos que mencionas, que son contemporáneos y tienen una parte de vanguardia, tienen un ancla muy fuerte en el clasicismo, en la música popular americana clásica. Para nosotros la fórmula es no perder de vista de dónde vienes, como un referente absoluto como es Joaquín Díaz, tratando de llevar ese origen un poquito más adelante, al aquí y al ahora.

Su música encajaría tan bien en la banda sonora de la películas O Brother , de otros hermanos, los Coen, como en la de Los santos inocentes. ¿No les sorprendería?

Sí que nos sorprendería, y también nos gustaría. Los músicos de O Brother los admiramos desde hace mucho, Welch, Emmylou Harris, Alison Krauss... Esas figuras nos sirvieron y nos sirven de influencia.

Ahora se habla y se escribe más de ustedes. ¿Con qué público se encuentran y qué respuesta les da?

Un poco de todo, según el entorno. Lo normal es que nos venga a ver alguien que sabe lo que se encontrará, o alguien con cierta predisposición a que le guste. Una vez en una feria flamenca en Murcia se nos marchó alguna gente; en festivales de rock nuestra música está un poco fuera de lugar. Pero yo diría que a mucha gente le gustamos. Creo que es porque la música con origen tradicional tiene algo que está en el subconsciente de todo el mundo, cuando la escuchan les suena familiar, a algo próximo a sus familias.

Han llegado a un punto en que gustar Los Hermanos Cubero es algo muy cool, una tendencia. Pero eso no pega mucho con su imagen, ¿no?

Hoy en día cool tiene connotaciones negativas, con todo eso de los influencers. En cambio cuando Miles Davis sacó el Birth of the Cool, el cool era guay. Hacemos música por la inquietud de comunicar. Si eso es cool y mola, estaremos encantados, y si no es cool, mala suerte. Este es nuestro camino y el que vamos a recorrer.