Está a punto de cumplir los dos años con su batuta, pero Juan José Ocón (San Sebastián, 1968) ya se imagina a sí mismo con alguno más al frente de la Banda Municipal de Música. "No estaría mal que en lugar de dos años fueran diez, porque creo que podemos hacer un gran crescendo", apunta el director, batuta también de la Joven Orquesta de Euskal Herria. Convencido de que estamos en "la edad de oro" de las bandas, el músico regresará este jueves del descanso estival con un repertorio "exigente", respaldado por Treixadura. Con el grupo de música gallega tocará en la plaza de María Pita hoy (22.00) una decena de obras, que servirán de antesala a una temporada para la que promete mucho más folclore y sinergias.

¿Hay batutas de la suerte para actuaciones como esta?

Yo pondré la mejor que tenga [se ríe], a ver si doy el máximo. Tengo una con la que gané dos concursos internacionales, otra que me regaló Lorin Maazel y Zubin Mehta... Hay muchas preferidas, pero creo que esta va a ser la de los concursos, porque ante algo con tanto público, es mi pócima y algo me ayuda.

Este año unirán fuerzas con Treixadura. ¿El músico tiene una responsabilidad con su identidad cultural?

Sí, la identidad y el folclore para mí son algo importante, y para la banda también. De hecho, cuando anuncié que íbamos a actuar junto a Treixadura, a los músicos les salió esa vena gallega y muchos me pidieron las partituras antes de vacaciones. Van a ser diez obras, y es un material bastante exigente, pero unir Treixadura a la Banda Municipal será una cosa única.

Colaboraciones como esta han sido una tónica habitual para la banda desde que usted está al frente...

Sí. Ha sido uno de mis objetivos, unir instituciones. Este año, me gustaría crear una buena sinergia entre la Sinfónica de Galicia y la banda. Poco a poco nos vamos uniendo, y querría que el público lo viera. Nunca vamos a acabar de ir in crescendo con la Banda Municipal, es nuestro lema.

Habla de agrupaciones con mucha historia, ¿no llega un poco tarde el hermanamiento?

Lo que ocurre es que va a largo plazo, porque la Sinfónica cierra programas para dos o tres años, con lo cual no podemos entrar y decir: "¿Nos juntamos?". Y tampoco se trata solo de coger el teléfono, sino de demostrar. Lo importante era lograr un gran nivel artístico, y creo que ahora va a ser más fácil crear un concierto anual o bianual de las dos entidades, porque estamos brillando mucho...

¿Incluso con los problemas de plantilla?

En eso estamos con el Ayuntamiento. La anterior candidatura nos ofrecía cubrir dos de las cinco vacantes, y la nueva nos han puesto una reunión en agosto, así que algo nos va a explicar. Las cosas no están fáciles, pero tenemos que ser firmes. Hasta hace unos años la banda tenía a 50 músicos, y ahora estamos luchando por conseguir que vuelva a tenerlos, porque hubo gente que se marchó o se jubiló, y esas plazas no se llenan.

Y con esa cuenta pendiente, ¿qué me dice del resto de metas que se planteó hace dos años?

Se cumplieron sobre todo los objetivos de crédito cero [risas]. Donde había que poner dinero, no. Pero yo estoy feliz de lo que se ha hecho y sobre todo del cómo. Compromiso sí, negocio no, esa es mi consigna. Yo en la Banda de A Coruña estoy por compromiso, y además tengo amigos, que es importante, porque los gallegos al principio son cerrados.

¿Le costó hacerse un hueco?

Sí. Al principio yo era demasiado claro al ser vasco. Ahora, cuando vuelvo a San Sebastián, me suelen decir: "Oye, pero ¿qué te pasa? ¿Te has convertido en gallego?". Pero yo creo que estoy aprendiendo mucho, que estoy a más nivel del que estuve antes.

Y eso que formativamente ya empezó bien respaldado...

Sí, de joven era disciplinado, e incluso un poco soso, en cuanto a que no salía por la noche. Mi amor era la trompeta. Después empecé a vivir un poco más. Hoy me apetece ir a algún sitio y voy, pero a esa edad solo pensaba en comprarme un instrumento, el mejor que hubiera en aquella época.

Su debut como director le llegó de forma abrupta, por una sustitución. ¿Fue tirarse a la piscina?

Exactamente. Yo solía tocar en una orquesta con la partitura de director, nunca con la de trompeta. Y, un día, el maestro cayó enfermo por una lumbalgia, y decidieron darme una oportunidad. Para mí lo salvé súper bien en aquel momento, pero ahora que dirijo digo: "Qué vergüenza, Juanjo, todo aquello...".

¿Qué le enganchó tanto de la batuta?

Que la gente empezó a decirme que lo había hecho mejor de lo que ellos lo habrían hecho. A partir de ahí, empecé la carrera y a estudiar. Ahora mismo no puedo dirigir a todas las orquestas que me llaman y eso me da mucha pena, pero he encontrado a un grupo que hace lo quiero y al que le gusta cómo lo hago yo, la Banda Municipal.

Pronto encarará una nueva temporada con ella. ¿En qué desafíos está pensando?

Estoy haciendo una adaptación importante de repertorio, una sorpresa, y también me gustaría valorar más el gallego. Aparte de eso, tengo un proyecto para gente con diversidad funcional. También me encantaría hacer una gira con la banda, así podríamos mostrar el trabajo que se viene realizando en Galicia con la música.