En la ciudad de las galerías, la ciudad de cristal, el azulejo es un elemento extraño, casi forastero, excepción entre las fachadas modernistas y racionalistas del Ensanche y los barrios. Está pero hay que buscarlo. Ni se puso de moda ni se extendió ni se conservó, por lo que lo poco que queda está en peligro de extinción, la mayoría adosado a casas en ruinas.

"Es una cuestión cultural", analiza el director de la Escuela de Arquitectura de A Coruña, Fernando Agrasar sobre el escaso uso en la ciudad de un elemento decorativo que domina el norte de Portugal y alcanza la zona de O Rosal, "sin llegar a Vigo". El ejemplo más rico y mejor conservado en A Coruña está en la plaza de Lugo, en esa manzana joya en la que también se levanta la Casa Arambillet. Se conoce como la Casa de los Cisnes, precisamente por los animales que protagonizan sus azulejos, promovida por Manuel Reboredo y proyectada por Juan de Ciórraga.

"No son piezas industriales, son pintadas ex profeso", comenta Agrasar que recuerda que era una época arquitectónica y artística en la que celebraba "lo exótico, lo raro, lo sorprendente". "¡Y qué más sorprendente que una fachada de azulejos en A Coruña!", concluye, "todo edificio de esa zona de la plaza de Lugo tiene algo de caprichoso, de raro". La fachada, que lució un aspecto ajado durante años, se presenta ahora colorida y esplendorosa tras la restauración que la recuperó en el año 2011.

"Es cultural, igual que en otras ciudades con clima parecido y marítimas no hay galerías", comenta el profesor de Arquitectura. El otro ejemplo con la fachada completa en azulejo, con colores verdes, rosados y anaranjados, está en la calle Orzán, número 24. La casa está en ruinas, protegida por una red y normalmente encolada con carteles. Hace unos días fue limpiada por el Concello: los propietarios de A Barbería la habían adecentado por iniciativa propia pero a las pocas horas volvía a tener papel encima. La imagen del antes y el después corrió por redes sociales y el Gobierno local reaccionó.

Agrasar pone el foco en otra fachada, en la esquina de la plaza de España con Panaderas. Otro edificio en ruinas en el que se esconden, "en muy mal estado", azulejos con figuras de mujer con abanicos de inspiración art déco. Cerca, ya en Panaderas, un inmueble rehabilitado sí decidió conservar la mezcla de sillería de granito con la cerámica pintada. La más escondida y la más insólita se ubica camino de la refinería, en A Moura. Los restos del antiguo Mesón Arzúa, un coqueto edificio también digno de atención, tiene un antiguo anuncio de un ponche, de regusto sureño y cincuentero.