Con paciencia y mucho cuidado, la congregación de Religiosas de María Inmaculada lleva unos días realizando la mudanza con la que pondrá fin a una larga estancia de 83 años en A Coruña. De su sede en la Ciudad Vieja, que da a las calles de Santiago, María Barteito y Ángeles, las religiosas ya han vaciado muebles y objetos de la iglesia. Ayer también hubo que movilizar otro objeto pesado, la escultura de granito de la virgen que preside la fachada de la calle Ángeles, que requirió el uso de una radial para retirarla de la pared en la que estaba incrustada.

Un equipo de operarios se subió a unas escaleras y, con mucho tino y respeto por la figura, despegó la virgen para engancharla con una pequeña grúa y hacerla descansar en una camioneta. La maniobra fue capturada por el teléfono móvil de una de las religiosas que seguía el trabajo de los operarios en la acera.

La Inmaculadas llevaban casi un siglo integradas en la ciudad a través de su labor social de inserción laboral de jóvenes e inmigrantes, la formación académica desde su centro López y Vicuña, que cedió la titularidad a la Grande Obra de Atocha, y su residencia femenina para estudiantes, que cerró al concluir el curso 2017-2018.