El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) ratificó ayer la condena a 20 años de prisión para el hombre que mató a su suegra, de 73 años, en Monte Alto en agosto de 2017. Además, el fallo estableció al culpable de asesinato la prohibición de residir en el término municipal de A Coruña durante 30 años y aproximarse a menos de 500 metros a su expareja e hija de la fallecida y a sus hijos.

El TSXG descarta los argumentos de la defensa de que la adicción a las drogas, que le ha provocado un trastorno de la personalidad de carácter crónico, dañase las facultades cognitivas y volitivas del acusado.

También descarta los argumentos de la acusación particular, que planteó la inaplicación de la circunstancia agravante de ensañamiento y la existencia de una "confesión tardía", por lo que se incrementaría en cinco años la pena de cárcel. No obstante, el Superior estima en parte el recurso de la acusación particular por considerar que procede imponer al acusado una orden de alejamiento hacia la mujer y sus hijos por un espacio de 500 metros durante los próximos 30 años, ya que la sentencia de la Audiencia Provincial solo le prohibía acercarse al término municipal de A Coruña.

Para el alto tribunal gallego, se debe excluir la circunstancia de ensañamiento "pues se rechaza expresamente que el autor hubiera propinado innumerables y reiterados golpes, patadas y puñetazos, para causar más sufrimiento a la víctima, al margen del estrangulamiento que finalmente acabó con la vida" de la mujer.

El hombre fue detenido por la Guardia Civil el 21 de agosto de 2017, acusado de haber matado a la madre de su expareja, a la que golpeó de manera brutal en la cabeza y el resto del cuerpo, y acabó asfixiándola. También secuestró a su hija, de 21 meses, que se encontraba en la vivienda en el momento de los hechos. Los agentes encontraron al asesino a las seis de la madrugada en una pensión de Fonteculler, donde tenía dos billetes de avión, para salir desde el aeropuerto de Alvedro con la pequeña. En el juicio, el culpable de asesinato reconoció que empujó a la víctima porque no le dejaba ver a su hija y aseguró "no tener nada claro" porque "ya no era persona".