El arquitecto Óscar Pedrós ha dedicado ocho años de su vida a madurar una creencia que le ha llevado a publicar el libro Arquitectura e ilusión. Proyectar desde el in-genius loci. La idea surgió en su adolescencia, cuando un ilusionista le hizo un truco que se quedó clavado en su mente. "Una moneda atravesó mi mano", recuerda. Así se dio cuenta de que "puede haber un paralelismo entre la arquitectura y el ilusionismo científico". "Comparten factores en común", añade.

Esta pasión llevó a Pedrós a "ordenar las arquitecturas en efectos en el espectador". "Por ejemplo, la casa de Ana Frank es un escamoteo. Es una casa dentro de otra", explica el secretario de la delegación coruñesa del Colexio de Arquitectos de Galicia.

Pero no hace falta irse a Holanda para hallar un ejemplo de estas características. El arquitecto encontró en el Centro Galego de Arte Contemporánea, en Santiago, una "ilusión cognitiva". "Hay una escalera que parece atravesar el techo. Cuando nos acercamos, vemos que hay un agujero, pero desde lejos parece que perfora el forjado", apunta Óscar Pedrós, que confiesa que entonces pensó "por qué los arquitectos buscan la manipulación del espacio porque en el fondo el espacio es una escenografía, un decorado que nos acompaña todos los días".

Otro ejemplo, en su ciudad: "Los búnkeres del monte de San Pedro son ocultaciones. La desaparición de algo con una finalidad o el musgo en las fachadas que acaba mimetizando una arquitectura con el paso del tiempo". Este estudio, que ahora presenta en libro, le ha permitido "encontrar otra forma de leer la arquitectura". "El reto ha sido desterrar las anécdotas, lo que no se sostiene", concluye el arquitecto, que contó con la colaboración del mago Martín Camiña.