De las muchas películas que Steven Spielberg le ha regalado a la pantalla, hay una que especialmente marcó a una generación. Ocurrió a principios de los 80, y con una historia que no era de este mundo. E.T., el simpático extraterrestre que cautivaba a Elliot y a sus hermanos con su accidental parada en California, dejó una huella en la memoria de aquellos que la disfrutaron de niños, en las salas de cine de sus ciudades y pueblos. En la mayoría de los casos, el filme se quedó solo en eso, en un recuerdo de infancia, pero, a otros, la aventura en Crescent City les cambió la vida.

Constantino Martínez-Orts fue uno de aquellos jóvenes a los que la gran pantalla condicionó para siempre. El director orquestal aún recuerda la tarde en Valencia en la que compró las entradas, y se sentó en la butaca junto a sus padres para ver la magia escrita por Melissa Mathison. A diferencia de muchos, sin embargo, lo que le cautivó no fue la trama, sino la partitura. Fue la obra de John Williams lo que le mantuvo fascinado durante dos horas, y lo que decidió su destino cuando todavía podía usar los dedos de las manos para decir su edad.

"Me enamoré de las bandas sonoras en ese cine, así que le tengo un especial cariño", cuenta el intérprete, haciendo memoria. Desde entonces, sus pasos emergieron marcados ante él, como en un camino de baldosas amarillas. Los conservatorios de su ciudad, y The London College of Music ocuparon sus primeros años de formación en el mundo de la clásica, un universo que le instruía, pero que no le reconfortaba. Dice el director que el corazón se le hundía en el pecho, porque descubría en el público siempre los mismos rostros. "Eran espectadores de un estatus económico determinado, y me apenaba no ver nunca niños", comenta.

Convencido de que "entre Harry Potter y El Cascanueces" la distancia era "poca", decidió apostar por su pasión, y montó en 2011 la Film Symphony Orchestra (FSO) para homenajear memorables bandas sonoras. En A Coruña, el grupo ya se ha convertido en una suerte de tradición, con varias visitas desde 2017. Su triplete lo completará este domingo en el Palacio de la Ópera, donde interpretará un nuevo programa a partir de las 19.00 horas. El proyecto supone la gira más grande que una sinfónica haya hecho en España con un mismo repertorio, pero lo que le hincha el pecho a Martínez-Orts no es ese hito, sino las caras que ahora ve en el auditorio, con más curiosidad y menos arrugas. "Estamos consiguiendo que el público neófito en música clásica se esté acercando. Creo que eso dará sus frutos", dice el artista.

El propio recital que ofrecerá en la ciudad está pensado para que "todos tengan su momento". "Los pequeños disfrutarán con Avengers: Endgame y Piratas del Caribe, y los que tenemos 40, con El secreto de la pirámide y Willow", relata el director, que abarca desde 1942 con Kings row hasta la actualidad. Entremedias, propone "un viaje con el mayor número de géneros y épocas", especialmente marcado por el cine fantástico y de ciencia-ficción. La FSO tocará piezas "con las que todos hemos reído y llorado", como El bueno, el feo y el malo, pero también "joyas desconocidas" como la partitura de El discurso del rey o "sonoridades europeas como Amélie".

En total, sonarán alrededor de una veintena de suites, en un formato muy lejano al habitual. La rigidez típica de las orquestas se rompe en la formación de Martínez-Orts con todo un rosario de elementos peculiares, como juegos de luces o comentarios sobre los detalles de cada película. Aunque la lista sea larga, el director asegura que se ha visto todos los filmes, "y varias veces". Sobre escena, su papel es convertirlos en espectáculo como maestro de ceremonias, volcándose porque el público "no escuche", sino que "vea Tiburón".

La que hace que le tiemble la voz al presentarla no son las partituras de Williams, sino la de Hans Zimmer. Su aportación a Interstellar es la obra preferida del valenciano en el nuevo tour, y también la que más se le ha complicado. "Es difícil de ensamblar y de lograr la tímbrica y los tempos", explica el director, que afirma que, "desde que empezó a trabajar con Christopher Nolan" el compositor "es brillante". Lo mismo parece opinar el público, que alcanza el punto de ebullición con la melodía. "No hay día en el que no empiece a aplaudir antes de que termine", dice con orgullo el intérprete, que parece tener la clave para que el espectador "siempre repita".

Más conciertos que Bisbal

Martínez-Orts asegura que el éxito de la FSO ha llevado a su orquesta a ofrecer "más conciertos que artistas como Malú o David Bisbal". Este 2019 ha llevado a cabo más de medio centenar de citas por toda España, y lograba traspasar sus fronteras con actuaciones en Lisboa y Oporto. El debut lo realizaron sus músicos con un programa dedicado a John Williams, compositor fetiche del director, para el que "hoy día cuesta encontrar partituras de la calidad" de las del estadounidense. "Hay mucha banda sonora nueva de efecto inmediato, pero de poco poso. Falta oficio y estudio", lamenta.

El amor del valenciano por Williams quedará también reflejado en el recital de este domingo, en el que ofrecerá el tema que compuso para Solo: una aventura de Star Wars y la balada de Inteligencia Artificial. A las dos "rarezas" les acompañará Jurassic World, a la que el grupo puso música en su estreno. "Estuvimos en la premier en Madrid para la llegada de los actores, pero cayó una tormenta tropical. Hubo un momento en el que tuvimos que dejar de tocar porque parecía que la carpa se iba a romper, fue muy americano", recuerda el director. Precisamente América es lo que está hoy en el punto de mira de la orquesta. El director afirma estar "trabajando por cruzar el charco y llegar a Latinoamérica", una empresa que la FSO se toma con calma para no "cometer ningún error".