El fotógrafo Fran Martínez abre hoy a las 20.30 horas un ciclo de charlas sobre fotografía en el bar Monty. Fotografía y pintura, Enemigos Íntimos es el título de la ponencia del coruñés, que explorará la relación intrínseca entre ambas disciplinas.

Su charla explora la relación entre la fotografía y la pintura. ¿Por qué escogió el subtítulo de Enemigos Íntimos

Se llegó a temer, en cierto modo, que la fotografía pudiera sustituir a la pintura en según qué utilidades, y así fue en parte. Esa es la parte de enemigos. Lo de íntimos es porque la influencia de una en otra disciplina produjo un cambio muy importante en la historia del arte. Algo que nacía como un competidor generó una parte artística fundamental.

¿Qué disciplina influyó antes en la otra?

Inicialmente, la fotografía no se veía como un arte, sino como una curiosidad técnica o algo científico. De ahí derivó a una utilidad en la que la pintura se vio sustituida, por ejemplo, en el trabajo de los grabadores que se dedicaban a representar fielmente la realidad, cosa que la fotografía hacía mucho mejor. En la pintura hubo una época de transición desde lo clásico y se produjo un salto hacia lo que fueron los impresionistas. Ahí hubo un influjo grande de los fotógrafos, que a su vez buscaban un reconocimiento como disciplina artística que les negaban los pintores. Hubo un sector de los fotógrafos que intentó hacer la fotografía más compleja, porque entendían que tenía más mérito. Los impresionistas, por su parte, se inspiraron en los temas, puntos de vista y lenguaje visual de la fotografía.

La elección del encuadre es una de las características de la fotografía que dejó mayor impronta en la pintura.

Sí. En pintura no se encuadra, representas lo que quieres, por qué ibas a cortar una imagen. El fotógrafo tiene que decidir por donde corta. Los impresionistas lo introducen, como los tipos de posición, los puntos de vista propios de la fotografía, por ejemplo, de interior a exterior. Como empezaron a surgir esos encuadres, empiezan a introducirse esas visiones y escorzos, hubo una comunicación entre disciplinas, una relación entre fotógrafos franceses con los pintores impresionistas. Donde hubo vanguardia, hubo comunicación entre ambas disciplinas.

¿Sigue habiendo un sector que se resiste a considerar la fotografía como un arte?

Antes era un sector concreto, pero eran mayoría. La Academia de Bellas Artes francesa era la que establecía lo que era arte y lo que no. A nivel temático, solo era arte lo relacionado con lo religioso, lo mitológico o lo histórico. Los pintores que se salían de eso, ya no eran pintores. Llegan los impresionistas y pintan lo que les cuadra, fue una revolución para la época, hasta el punto de que no se les consideraba arte. Eso pasa también con la fotografía porque para ellos era un acto mecánico, decían que era darle a un botón, que es algo que escuchas hoy en día. Hay gente que puede pensar que el arte tiene mérito en función de la complejidad del proceso.

El pintor Degas se inspiró en la fotografía para sus cuadros. ¿Qué fotógrafos toman la pintura como referencia?

Existieron dos movimientos, el Pictorialista y el Academicista. No es que estuviesen influidos por la pintura, pero a través de lo que se le exigía a la pintura, buscaban conseguir reconocimiento de arte para la fotografía, complicar la técnica fotográfica a través de montajes, por ejemplo. Se hacían montajes de entre 3 y 32 negativos superpuestos para crear una imagen, se pintaban los fondos de las fotografías... Hubo un momento en el que se puso de moda, a modo de tarjeta de visita, tener una serie de fotos superpuestas en las que ponías tus datos.

Es algo parecido a las redes sociales de ahora.

Sí, es algo que llama la atención porque en el siglo XIX existía la misma queja sobre las personas que sacaban fotos a todo. Era un invento muy reciente, porque tuvo una expansión muy rápida que mejoró en poco tiempo. Ahora estamos viviendo una revolución parecida, todos llevamos una cámara siempre encima.

¿Ha perjudicado la democratización de la fotografía en su concepción como arte?

¿Si todo el mundo pintara, la pintura valdría menos como arte? La popularidad es buena, creo. En mi opinión, no es malo para la fotografía que estemos en una etapa en la que todos podamos sacar fotos. La gente se expresa a través de sus fotos, puede desarrollar una inquietud sobre otros usos de la fotografía. Ataca quizás a ese ámbito más restringido, donde tienes el control como profesional.