Horas de clase por la mañana, actividades extraescolares por la tarde, fútbol, piano, gimnasia... Si a eso se le suma la necesidad de tiempo libre y descanso, la organización de la jornada puede convertirse en un auténtico problema para un niño de 11 años. El paso a la Secundaria, un cambio crucial de por sí, puede complicarse y tornarse en caos si estas nociones no se adquieren previamente.

Son más de 18 los centros coruñeses y de los alrededores que han querido anticiparse al problema con un proyecto que empiezan a poner en práctica esta misma semana, a través del cual pretenden dotar de herramientas a los escolares para que aprendan a caminar solos. "Podemos encontrar la solución a muchos problemas académicos ayudando a los niños a saber organizarse y gestionar su tiempo", explica el director del colegio Calasanz, David García, uno de los centros que participa en el proyecto, en el trabajarán codo con codo con la Facultad de Ciencias de la Educación.

Fue el grupo de Investigación en Psicología, (Giped) el que diseñó la iniciativa, que ya tuvo buenos resultados en ensayos piloto que se espera se repliquen en esta nueva fase, que durará doce semanas. "Queríamos ver si cambiando la prescripción de los deberes conseguíamos que se convirtiesen en una herramienta para que tomen decisiones y se conozcan mejor", señala la coordinadora del Giped, Susana Rodríguez.

Introduciendo simples variaciones como la de explicar la utilidad de las tareas, señalar los aciertos además de los errores y prescribir las tareas semanalmente, y no de un día para otro, se consigue, según los primeros resultados del programa, que los estudiantes mejoren no solo su forma de organizarse, sino también su propio compromiso con el centro. "Hay cambios en la calidad de vida de los niños en el colegio. También ha mejorado la percepción de los propios profesores con respecto a las tareas que mandan", apunta Susana Rodríguez.

En el caso del colegio Calasanz, empezarán a poner estas pautas en práctica en la asignatura de matemáticas de sexto de Primaria, con vistas a ampliar materias y alumnado participante en función del éxito del proyecto y la huella positiva que vaya dejando en los estudiantes. "Un alumno organizado, capaz de gestionar su tiempo y disfrutar de su ocio será un niño feliz y sin agobios, y mañana un adulto competente", resume el director.