El expresidente del Club Financiero Atlántico, Mariano Gómez-Ulla, anunció hoy como "inminente" el cierre de las instalaciones de la entidad, fundada en 1989, y el despido de sus 21 trabajadores tras la apertura del concurso de acreedores con el que se pretende su liquidación. El abogado de la asociación en este proceso, Rafael González del Río, cifró en 300.000 euros la deuda que soportaba al inicio del concurso y negó que la causa de esta medida sean las desavenencias con la sociedad propietaria de la sede del club, que se negó a renovar el contrato para los próximos años.

Gómez-Ulla explicó que cuando hace cinco años accedió a la presidencia se encontró una "situación económica muy deteriorada" y que los problemas del club comenzaron porque tuvo que hacerse cargo de la plantilla de la empresa Remocsa, que explotaba las instalaciones, cuando entró en concurso de acreedores. El club tuvo que solicitar a sus asociados en 2015 una derrama de mil euros para hacer frente a las deudas, lo que según el expresidente motivó la marcha de algunos de sus miembros, por lo que ahora considera "muy difícil" acometer una operación similar.

El expresidente aseguró que los trabajadores están al corriente del pago de sus salarios hasta diciembre, por lo que solo se adeudan los de enero y febrero, y añadió que se solicitó la liquidación del club para evitar la acumulación de nóminas impagadas en el futuro. Aunque el edificio de la avenida Salvador de Madariaga no es de su propiedad, sí lo es todo el equipamiento que posee, que será vendido con el fin de saldar las deudas contraídas.

Gómez-Ulla reconoció que hubo conversaciones con socios para intentar salvar la entidad, pero negó que las hubiera con Amancio Ortega, quien desayunaba en el club todos los días desde su apertura