"Estábamos trabajando muy bien hasta ahora, pero en el centro de la ciudad lo gordo se suponía que venía ahora con la Semana Santa y después con el verano y las fiestas de María Pita", se lamenta Iago Cagiao, propietario del establecimiento El rincón de Alba, sobre la situación que vive este negocio a consecuencia del cierre de toda la actividad hostelera. "Aunque estamos en la calle de la Franja, no somos el típico restaurante orientado al turista, sino al público de A Coruña, y a partir de alcanzar los dos años desde la apertura estábamos muy asentados y trabajando mejor que nunca", explica Cagiao, quien considera que la paralización le sorprendió cuando el negocio se había consolidado.

"Veníamos de la locura de los carnavales, en la que habíamos trabajado muy bien, y estábamos mirando el calendario para cogernos dos semanas de vacaciones después del puente de San José porque después no había forma de cogerlas", comenta acerca del intenso trabajo que vivió el local hasta pocos días antes de cerrar. Al contrario que otros restaurantes, El rincón de Alba no se vio afectado por el cierre en cuanto a las existencias que tenía en su despensa. "Tuvimos suerte porque nos cogió con mucha mercancía comprada pero no perecedera", señala Cagiao, quien detalla que en los días previos había adquirido muchas cajas de vino "por lo bien que estábamos trabajando", pero que no almacenaba una gran cantidad de alimentos porque esa compra se efectúa prácticamente día a día.

Pero los efectos de la ausencia de clientes se hacen notar en el balance de la empresa. "Los colchones no duran siempre, un mes sin ingresos es muy duro", advierte el hostelero sobre la situación en la que se halla. "Hemos pagado todos los impuestos como si aquí no hubiese pasado nada y eso es lo que nos está ahogando", comenta sobre los pagos a los que ha tenido que hacer frente en el último mes, del que destaca: "A día de hoy no he recibido ni un céntimo de ayuda, lo que es muy triste".

Pero no todo son malas noticias, ya que el propietario del local le llamó varias veces para transmitirle "que esté tranquilo y afronte todas las deudas que tenga antes que la renta". Otro de los apoyos vino de la empresa cervecera Mahou, que abastece a este restaurante y le anunció que le proporcionará de forma gratuita durante un año asesoramiento jurídico a través de la compañía Legalitas, así como un servicio de gestoría por el mismo periodo. "Es un trato increíble, pero no deja de ser triste que una marca de cerveza te ayude más que los que se supone que deberían hacerlo", se queja Cagiao sobre la actitud de las administraciones hacia negocios como el suyo, para que los que considera necesario un apoyo más decidido.

A pesar de que el Gobierno propuso a los autónomos el aplazamiento del pago de las cuotas a la Seguridad Social, Seguridad Socialel propietario de El rincón de Alba lo descartó porque se opone a endeudarse "ni un céntimo". Para justificar esta decisión recuerda que cuando abrió el restaurante la inversión que realizó "fue potente y el primer año fue durísimo", por lo que considera que si ahora volviera a adquirir deudas "le pegaría un tiro en el pie al negocio". Sobre el aplazamiento de las cuotas, destaca que "no vale de nada no pagar este mes autónomos para pagarlo el que viene, sería pan para hoy y hambre para mañana".

Esta convicción es la que le lleva a rechazar totalmente como una opción la solicitud de créditos del ICO o de cualquier otra entidad pública o privada para salir de este atolladero. "Pedir dinero sería endeudarse dos años como mínimo", comenta sobre esa posibilidad.

Día a día

Pero también admite que sus reservas no son abundantes porque los hosteleros viven "del día a día", ya que se ven obligados a hacer continuamente grandes gastos en adquisición de mercancía que no les permiten generar ahorros para superar momentos difíciles como estos, por lo que define su actividad como "supervivencia pura y dura".

¿Podrá subsistir El rincón de Alba hasta que se reanude la actividad hostelera? Cagiao quiere pensar que sí, aunque es consciente de que en el mejor de los casos "hasta mediados de junio aquí no abre nadie". Pero, incluso en esa situación, alerta de que "el problema ya no es abrir, sino cómo vamos a abrir". Para ello alude a las medidas de protección que es posible que se impongan para prevenir los contagios. "Si nos obligan a dejar un metro de distancia entre los clientes será la muerte de la hostelería, porque sobrará personal y los alquileres no se corresponderán con la facturación que podremos hacer", estima Cagiao, para quien si hay que operar en esas condiciones "será terrible".