Manejar el estrés del confinamiento no es tarea fácil para gran parte de la población. Si se está en tratamiento para vencer una adicción, resistir a la ansiedad se complica todavía más y, a veces, la necesidad empuja a la persona a querer dilucidar si lo que les está ocurriendo puede ser motivo de preocupación. No son pocas las personas a las que la situación de encierro, que ya rebasa los cuarenta días, les ha hecho darse cuenta de que sus patrones de consumo de determinadas sustancias, legales o no, pueden comportar tendencias problemáticas. Ante eso, lo mejor siempre es pedir ayuda y asesoramiento.

"Hemos notado más demanda de tratamiento y de consultas, que intentamos atender por la vía telefónica", explica Maite Lage, psicóloga clínica de la Asociación Ciudadana de Lucha contra la Droga, Aclad. Al otro lado del teléfono se suelen encontrar personas que no tenían una sensación previa de dependencia, lo que no habría hecho saltar las alarmas hasta que el confinamiento destapó la situación.

"La gente pensaba que controlaba, pero al no tener la sustancia o no poder salir a comprarla, empieza a darse cuenta de que hay un problema", señala Lage. Destaca además el del reinicio como otro fenómeno que se empieza a percibir debido al confinamiento: "Es lo que más estamos notando, el encierro afecta a todo lo que se estaba trabajando previamente, se sienten mal y se ayudan consumiendo".

En Utaca confirman el repunte de estas demandas, como afirma Marisa Pardal, trabajadora social de la asociación. Aclara que, pese a que el confinamiento no va a provocar nuevas adicciones, "puede precipitar las ya existentes". La entidad, que trata problemas de adicción a sustancias legales, dispensa actualmente pautas y apoyo telefónico a usuarios que todavía no habían iniciado un tratamiento en la asociación, pero que ya habían establecido un contacto preliminar para iniciar el proceso. Un primer paso que la cuarentena ha dejado, por el momento, en pausa. "Hacemos seguimiento telefónico a estas personas con las que no se pudo hacer una consulta presencial, les damos pautas motivacionales a nivel psicológico para reducir la ansiedad y el impacto del consumo", añade Pardal. Un procedimiento que siguen sobre todo con los pacientes no iniciados, ya que los usuarios en tratamiento cuentan con ciertas herramientas que pueden ayudarles a sobrellevar la situación.

En el caso de las personas con adicción al alcohol, el haber iniciado o no un tratamiento sí comportaría una diferenciación a la hora de encarar la situación de uno u otro modo. La entidad se enfoca con los no iniciados en la reducción de daños que pueda causar el consumo en esta situación sin precedentes. "Intentamos que exista un consumo contenido y un control de la abstinencia. Depende del tipo de bebedor que sea, no se puede dejar de beber al momento", apunta Pardal.

La entidad ha empezado a percibir un aumento de la compra de bebidas alcohólicas por encima de otras sustancias, debido a que se trata de una droga legal, de fácil acceso y cuya compra entra en las pocas salidas permitidas desde el inicio del estado de alarma. "La venta de alcohol ha aumentado en torno a un 60%, ha habido un cambio significativo en la cesta de la compra de la primera quincena de confinamiento a la segunda", confirma la trabajadora de la Utaca. Un dato que tira por tierra el mito del bebedor social y hace tambalearse la efectividad del mantra del "yo controlo" repetido hasta la saciedad. "Posiblemente, confundieran eso con una adicción más grave, y ahora mismo se están dando cuenta, o no sentían la necesidad de beber porque lo hacían cuando querían, pero ahora sí", revela Marisa Pardal.