La vida fue regresando a Peruleiro poco a poco con el inicio de la desescalada. No se puede decir, no obstante, que en este barrio llegase a extinguirse totalmente el movimiento durante los meses de encierro. Los negocios que se extienden a ambos lados de la angosta avenida principal, pequeños comercios de barrio, muchos, como fruterías, librerías o locales de alimentación, de primera necesidad; pudieron permanecer activos durante los meses del estado de alarma, lo que insufló cierta vida a la zona.

"Mirabas para fuera y sí que veías algo de gente haciendo recados por la mañana, no se puede decir que se quedase la calle desolada", confirma Sonia Sánchez, propietaria de la floristería Natureza. Ahora, un mes después y ya entrada la nueva normalidad, a simple vista parece que nada se haya movido en Peruleiro desde el 14 de marzo, pese a que la mayoría de comercios y cafeterías esperaron a la fase 2 para levantar la clausura.

Si uno se fija más, el detalle de las mascarillas, imprescindibles para cualquier ciudadano que no quiera llevarse la multa, lo devolverá de nuevo a la realidad. Y es que, por esta zona, al igual que en la inmensa mayoría, el parón del estado de alarma ha dejado sus consecuencias, mejores y peores, según a quién se le pregunte. En términos generales, los residentes de Peruleiro se muestran satisfechos, e incluso, orgullosos, del comportamiento de sus convecinos ante la nueva realidad tras la pandemia. Muchos destacan el contraste con la situación que se vive en otras zonas aledañas, en las que, aseguran, muchos han olvidado que el virus sigue entre nosotros. No es así en Peruleiro, un barrio que ya ha asimilado que la mascarilla y la distancia social son elementos imprescindibles del día a día.

Los locales de hostelería no son los que eran. Las consecuencias de la limitación de aforos y de la prohibición, hasta hace pocos días, del uso de la barra, hicieron mella en los ingresos de sus propietarios, que no llegan, todavía, para cubrir los gastos del mal trimestre que queda atrás. La mayoría, desprovistos de terraza debido a lo estrecho de las aceras, no pudieron volver a la actividad hasta el día 25, cuando levantaron la persiana con cierta cautela.

En el bar O Retorno se ha notado, y mucho, que la desconfianza del vecindario todavía se impone ante el reto de dejarse llevar hacia la nueva normalidad. Su propietaria, Melbarubí Tulante, desinfecta la barra por enésima vez esa mañana. Solo una de las mesas del local está ocupada en ese momento. "La gente se cohíbe a la hora de entrar, y yo me cohíbo mucho también si veo que ya hay mucha gente, está siendo duro", describe.

El levantamiento de la prohibición del uso de la barra supuso, el lunes de la semana pasada, cierto respiro, pero cuesta que encajen los números. Aunque confía en que la situación vaya revirtiendo con el paso de las semanas, no puede evitar sentirse poco optimista con respecto a los tiempos que se avecinan.

"Tenemos la esperanza de recuperarnos un poco más, porque así no podemos. Estamos todos más o menos en la misma situación", confirma. Con todo, pondrá todo de su parte para que la desescalada funcione. "Yo estoy teniendo mucho cuidado, aquí vienen niños y gente mayor y procuro que se mantengan las distancias", explica.

Si algo destaca la florista Sonia Sánchez del carácter que la vecindad del barrio ha manifestado desde que dio comienzo la desescalada, es la solidaridad de la que muchos han hecho gala para con pequeños comercios como el suyo. "Hay gente que no venía nunca y que ahora sí que viene a comprar, imagino que, en parte, por echar una mano", explica ella. Aunque, evidentemente, los números no son los de antes, va viendo cómo las cuentas de Natureza recuperan, poco a poco, la salud de antaño.

Ruth Rodríguez - Vecina"Casi no ves a nadie sin mascarilla en la calle"

Ruth Rodríguez, vecina de la zona, se muestra satisfecha con respecto a la actitud de los residentes de Peruleiro a la hora de poner en práctica las medidas de higiene y distanciamiento. Vecinos, hosteleros y comerciantes han sabido aplicar el reglamento y son mayoría los que han incorporado las mascarillas a sus salidas por encima de los que no acaban de acatar la regla. "Estoy contenta con cómo respondió la gente, casi no ves a nadie sin mascarilla", confirma. Un proceder que dista, en su opinión, con el llevado a cabo por sus vecinos del 15010. "Creo que allí hubo más descontrol", dice.

Socorro Lima - Vecina"Es muy importante cumplir las normas"

Socorro Lima, ama de casa brasileña, se convirtió, casi por accidente, en residente de Peruleiro hace seis meses, cuando aterrizó en A Coruña para reencontrarse con su hija, sin saber que la visita tendría que alargarse. Ahora, convertida en una vecina más, espera a que se abran las fronteras para poder regresar a casa, pero admite sentirse cómoda en el barrio. "Es muy importante cumplir las normas. En Brasil se toman menos en serio, y mientras aquí mejora, allí va a peor", relata. "Los trabajadores de los negocios se lo están tomando muy en serio", destaca.

Jorge Villamisar - Estudiante"A la academia solo puedo llevar un bolígrafo"

Jorge Villamisar no reside en la zona, pero sí la visita habitualmente para asistir a clases en una de las academias del barrio, que permaneció cerrada hasta el inicio de la Fase 2. Cuando pudo abrir, lo hizo incorporando ciertos cambios a su normativa. "Solo podemos llevar un bolígrafo, no podemos llevar ni agua, ni nada. Cuantas menos cosas llevemos, mejor", asegura el joven. Desde que ha vuelto a incorporar a su rutina el atravesar la avenida do Peruleiro para asistir a clases, ha podido comprobar que el barrio cumple: "Entras a cualquier sitio, y todos con mascarillas".

Melbarubí Tulante - Hostelera"Si se hace bien, podemos salir adelante"

"La gente se cohíbe a la hora de entrar si ve dos o tres mesas ocupadas", lamenta Melbarubí Tulante, propietaria de la cafetería O Retorno. Tras unos meses duros en lo económico, la hostelera no oculta cierta preocupación por el futuro al comprobar que la recuperación no termina de llegar. Al carecer de terraza, este local no pudo abrir hasta la Fase 2, y, aunque el establecimiento es grande, su dueña optó por prescindir de varias mesas con el fin de guardar las distancias. "Limpio y desinfecto todo el rato, si se hace bien, podemos salir adelante", aventura.

Sonia Sánchez - Comerciante"Vendí más tierra y macetas que nunca"

Muchos han podido darse cuenta, durante el confinamiento, de que quizá a su hogar le faltaba un poco de vida. O esa es la percepción de Sonia Sánchez, propietaria de la floristería Natureza, cuyo negocio se ha ido recuperando poco a poco desde que pudo volver a abrir. "Creo que la gente vio la necesidad de poner algo de colorido a sus casas", afirma. Observó, desde la reapertura, otro fenómeno curioso, parejo al del desabastecimiento de harina y levadura en los supermercados. "Vendí más tierra y macetas que nunca, a la gente se le dio por plantar", asegura.