Nací en la localidad de Abegondo, aunque me considero una coruñesa más ya que desde muy jovencita mi vida empezó a transcurrir en esta bonita ciudad. Mi familia la formamos mis padres, Daniel y Nieves, y esta servidora, hija única.

En A Coruña empecé a estudiar en el instituto Eusebio da Guarda, en el que estuve hasta rematar el Bachiller a los 17 años. Tengo que decir que venía todos los días desde Abegondo y, por la tarde, cogía el viejo autocar de la empresa Vázquez, que tenía su parada en Rosalía de Castro, además de estar y pasar mucho tiempo durante mis estudios en la residencia de las monjas de Vicente María en la Ciudad Vieja.

Al acabar el Bachiller, empecé a estudiar oposiciones para la administración del Estado en la academia de Nebrija en Panaderas. Aprobé el primer examen, que se hizo en el Gobierno Civil, pero al final tuve también la suerte de que me ofrecieron mi primer trabajo para una empresa de telecomunicaciones de A Coruña en la que estuve trabajando unos cuatro años.

Al comienzo de trabajar en esta empresa estuve viviendo en la casa de mi prima Marisol, en el Agra do Orzán, una zona todavía rodeada de campos y con algunas calles sin asfaltar. En la empresa de telecomunicaciones conocí a mi marido, con el que tengo dos hijas llamadas Noemí y Alma, las cuales ya nos llenaron nuestra vida familiar con cuatro nietos: Daniel, Xavier, Paulo y Marco.

En los años 70, junto a mi marido, decidimos establecernos por nuestra cuenta, por lo cual abrimos un gimnasio en la zona de A Gaiteira, con el nombre de Judo Club Coruña, en el cual seguimos como empresarios.

Ahora me queda destacar como pasaba el tiempo y los juegos de niñez y de juventud con las muchas amigas que tenía tanto en Abegondo como aquí, en A Coruña, donde hice grandes amigas, sobre todo en mi etapa de estudios en el instituto. Como son muchas, prefiero no poner nombres para así evitar que me queden algunas amigas sin destacar. Pero lo que sí es verdad es que tengo unos gratos recuerdos de todos esos años, en los que lo que más nos importaba a todas mis amigas era jugar todo lo que pudiéramos en la calle tranquilamente. Había muchos juegos en los años 50, pero a los que más jugábamos eran la cuerda, mariola y el corre que te pillo.

Ya en la época del instituto aprovechaba todos los momentos de ocio en los recreos para jugar y estar con las muchas compañeras de escuela que tuve. Me acuerdo del carrito de madera que había frente al instituto, casi pegado a la escalinata. Este carrito se le conocía por el mote de la mona Casilda, ya que el dueño de dicho carrito tenía atada una mona con una gran cuerda, para que jugara con todas las chicas y chicos que iban a comprar chucherías. En el carrito te vendían de todo, desde chicles, pirulís, gominolas hasta pitillos de tabaco sueltos que luego se fumaban entre un grupo de compañeros y compañeras que, a la hora del recreo, se reunían por la zona del instituto. En la edad quinceañera, ya solía salir con las muchas amigas que tenía. Se puede decir que nunca me faltaban amigas para divertirme y pasarlo bien. Cuando lo hacíamos en A Coruña, solíamos ir al cine, como el Colón, Rosalía, Avenida y Coruña. Los cines Rosalía y Avenida solían ser los puntos de encuentro tanto en verano como en invierno por sus grandes soportales, donde la gente esperaba y se abrigaba cuando llovía. Pasear por los Cantones, la calle Real y los jardines también era una manera de pasarlo bien, así como pasar por las diversas cafeterías que había por la zona de la calle de los vinos, como Otero, Siete Puertas y Copacabana, donde se tomaban unos buenos bocatas de calamares. Luego teníamos los bailes y discotecas, como la Delfín, Dorado y Chaston, donde solía actuar Enrique Faisal, cantante de los Trovadores.

Fuera de A Coruña solíamos ir a los principales bailes de Sada y a la discoteca Saxo, además del salón Rey Brigo de Betanzos, donde el escenario en el que actuaban las orquestas daba vueltas. Era un época en la que había un gran ambiente y la gente joven nunca tenía prisa. Nos tomábamos todo con tranquilidad, cosa que hoy en día no es posible.

En la actualidad, vivimos en la zona de As Lagoas, a donde llegamos hace 40 años. Reparto el tiempo como empresaria con mi trabajo y con toda mi familia, sobre todo con nuestros nietos.

Testimonio recogido por Luis Longueira