En la calle Concepción Arenal, arteria de Cuatro Caminos, languidecen tres edificios singulares. Basta con alzar la vista cuando uno espera al autobús en la parada de enfrente para darse cuenta de que el estado de esos inmuebles no debería ser, ni mucho menos, ese en el que se encuentran. Con algunas ventanas tapiadas, otras polvorientas, a medio reformar y con signos de abandono en sus fachadas, el conjunto arquitectónico espera el momento de su segunda vida al tiempo que va sucumbiendo a los estragos del tiempo. El 21, en concreto, parece tenerlo fácil: quien quiera, podrá adquirir sus diez viviendas y sus dos locales comerciales por casi dos millones de euros, si está dispuesto a desembolsarlos.

El 19 y el 21 de la calle Concepción Arenal dan forma a la avenida. Llaman la atención, cada uno a su modo y manera. El 19, por su color suave y la celosía de sus balcones. El segundo, por todo lo contrario. Su fachada azul resplandeciente no pasa, precisamente desapercibida. El tercero, que conforma la esquina con alcalde Marchesi, es, directamente, imposible de obviar, pues da cobijo al Delicias, cafetería decana de dominó y barajas en Cuatro Caminos.

Son, a su modo, testigos de una época, y de unos años truculentos y afortunadamente irrepetibles. Datados de los primeros años de la posguerra, su concepción y formas narran la huella que la historia dejó en el patrimonio en un momento en el que la adscripción ideológica, cuando se plasmaba, podía perseguirse. "A los arquitectos modernos se los tiende a identificar con una posición republicana, de izquierdas ,avanzada, y a los de derechas, a los franquistas, con esa arquitectura de corte histórico imperial, algo que no es verdad del todo, ya que hubo magníficos arquitectos adscritos a la Falange. Con todo, a los arquitectos modernos los inhabilitaron muchas veces. Cualquier mínima sospecha de simpatía con la República los condenaba", comenta el doctor arquitecto y profesor Fernando Agrasar.

Los arquitectos sobre los que no pesaba la sospecha de connivencia con ideas por entonces indeseables, como es lógico, podían trabajar con tranquilidad, pues nada debía La dupla Concepción Arenal-Alcalde Marchesi no es sino la marca de un afán de supervivencia. "Tienen mucha moldura que suaviza su modernidad. Es una modernidad dulcificada al gusto del momento, para que no recordase a ciertos elementos progresistas", observa Agrasar.

El progreso de la II República en el volumen, y el retroceso de la dictadura, en sus ornamentos, "para que resulte aceptable para una sociedad pecata y retrógrada", añade el arquitecto.

La percepción de la inmobiliaria que anuncia su venta es algo distinta. En el su web, se describe el número 21 como un "magnífico edificio con vistas a la Plaza de Cuatro Caminos, con gran fachada de época y bonitas galerías". En la web aseguran su buen estado, y alegan que hay una licencia concedida para reformar la cubierta, las fachadas y la instalación del ascensor. La versión municipal matiza dichas afirmaciones.

Sobre el 21 pesa una ITE desfavorable, lo que alude a la existencia de daños graves cuya subsanación el Concello tiene la intención de requerir. Los propietarios del 19, por su parte, sí habrían solicitado licencia para terminar la rehabilitación integral del edificio, mientras que el inmueble esquinero continúa vacío sin más inquilino aparente que el viejo Delicias.

Los tres aguardan, en definitiva, una alternativa mejor que la que ostentan, que dote de cierta dignidad al testimonio histórico (y visual) que representan.