El edificio del antiguo concesionario de Citroën en la avenida de Oza fue construido en 1966 por iniciativa del empresario Luis Rodríguez Amado, que en ese mismo lugar había explotado una estación de servicio para el lavado y engrase de camiones. Su peculiar fisonomía y su ubicación en un punto estratégico de la ciudad lo convirtieron en un icono durante décadas. Andrés Fernández-Albalat eligió para el diseño de la fachada la técnica del muro-cortina, pero se lamentó que con el paso de los años la distribución que había hecho del interior del inmueble se hubiese modificado de forma sustancial, lo que hizo que perdiera gran parte de su valor original.

La crisis económica causada por la burbuja inmobiliaria tuvo consecuencias negativas para la empresa propietaria del inmueble, ya que debió cesar su actividad y optó por solicitar su demolición con el fin de vender el solar. El Gobierno del Partido Popular le concedió permiso para hacerlo, pero la obra no llegó a iniciarse y la autorización caducó.

Cuando los dueños trataron de volver a poner en marcha esta iniciativa, la asociación de vecinos de A Gaiteira-Os Castros expresó su temor a la pérdida de un edificio que representa una de las imágenes del barrio. Fue entonces cuando el Gobierno local de Marea Atlántica trató de impedir el derribo a través de la protección que le daría el plan general, pero los tiempos de un procedimiento de ese tipo son mucho más lentos que los de la concesión de una licencia.