Desde marzo, ya nada es lo que era. Las rutinas de antes son cosa del pasado: en la nueva normalidad, hasta la acción más cotidiana es diferente. En el autobús, gel hidroalcohólico y mascarilla. En el cine, asientos vacíos de por medio. En la biblioteca, libros en cuarentena de 7 a 14 días, y cita previa para dejar y recoger volúmenes, siempre que se pueda.

Han sido muchos los que, durante estos meses, han prescindido del servicio de préstamo de libros del que en su día fueron asiduos, en tiempos en los que cualquiera prefiere guardar sus cosas de su mano. Que los préstamos y visitantes de las bibliotecas han ido a menos es un fenómenos que aprecian sus responsables, que empiezan a recopilar datos del nuevo curso con la esperanza de una remontada conforme mejoren las cosas. Una situación excepcional para celebrar, este sábado, el Día Internacional de la Biblioteca.

Los datos, por el momento, hablan por sí mismos: las bibliotecas públicas municipales han perdido, respecto al año pasado en las mismas fechas, la mitad de su actividad: frente a los 23.513 préstamos de septiembre del año pasado, una modesta cifra de 10.062 este año. Una caída que replica el mes de octubre, con 9.449 préstamos frente a los 18.142, según datos de la Rede de Bibliotecas Municipais.

Con respecto a los visitantes, que acuden a leer, estudiar o realizar cualquier tipo de actividades que albergan estos espacios, el descenso es aún mayor y más visible, con solo 12.847 en el mes de octubre, un dato nada comparable con los más de 63.000 registrados en el mismo período el año pasado.

Un descenso comprensible, dadas las circunstancias, pero que los responsables de las bibliotecas se esfuerzan por paliar con actividades y nuevas formas de funcionar que garanticen que sus servicios siguen llegando a todo el mundo. "Creo que, poco a poco, nos vamos recuperando. Esta semana en concreto ya hemos notado que hubo más préstamos que la semana pasada. Hay que dar un tiempo a que la gente se vuelva a habituar a acudir a las bibliotecas. Hay un crecimiento paulatino, pero sostenido", observa Isabel Blanco, responsable del servicio municipal.

En las ocho bibliotecas municipales coruñesas se han puesto a trabajar desde el principio para recuperar el pulso de antaño. Las actividades presenciales que han aguantado el envite de la reducción de aforos han tenido el respaldo esperado, como las sesiones de cuentacuentos, ahora limitadas a un cupo de 10 niños que siempre se cubre, o los cursos de alfabetización digital, que siguen teniendo interesados, pues es una disciplina ahora más necesaria que nunca.

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A Coruña celebra el Día de las Bibliotecas

Aunque la recuperación es paulatina en las sucursales de casi todos los barrios, siempre hay quien rompe la norma. "La biblioteca de la Sagrada Familia siempre es un caso excepcional. Se ha recuperado rapidísimo, porque es un lugar que se utiliza casi como centro social, que es en parte su función. Está muy integrada en la vida del barrio", confirma Isabel Blanco.

En la red de bibliotecas provinciales ya han comprobado que la gente sigue queriendo leer y que no les importa adaptarse a las circunstancias, realidad que se ha hecho notar en su plataforma de préstamo digital de libros y contenidos audiovisuales, Ebiblos, que ha multiplicado sus usuarios desde el inicio de la crisis sanitaria. "Si antes teníamos, de media, 7.000 préstamos, al año, ahora tenemos 17.000. Es algo que nos animó mucho, porque está funcionando de maravilla, lo que perdimos a nivel presencial, lo ganamos a nivel digital", confirma la responsable de la Biblioteca Provincial, Loli Liaño, que asegura que ya se han puesto manos a la obra para adquirir contenido más especializado con el que poder ampliar aun más el catálogo de la plataforma.

El salto a lo tecnológico conlleva, no obstante, el hándicap de dejar fuera, a veces, a la mitad de la población, pues a las personas mayores no se les presupone usuarias de servicios digitales: otro mito que han derribado, en parte, las nuevas necesidades surgidas estos meses, que han obligado a actividades como clubes de lectura a dar el salto a la vía telemática. Tampoco así su afluencia se ha visto minada. "Conseguimos organizar un club de lectura virtual. Se ha apuntado mucha gente, sobre todo gente mayor, ya tenemos dos. No queremos dejar a nadie fuera", asegura Liaño.

Las iniciativas digitales tampoco dejan fuera a los más pequeños, para quienes se han puesto en marcha talleres y cursos online de disciplinas como robótica o construcciones Lego, de forma que pueda suplirse el espacio que dejan las actividades presenciales, que sí se han resentido, sobre todo tras la prohibición de concertar reuniones de más de cinco personas en la comunidad. Al margen de potenciar su presencia digital, en las bibliotecas de la provincia no han descuidado sus servicios presenciales, como demuestran sus salas de estudios, repletas hasta los topes dentro de lo que permiten las reducciones de aforos. "Han salido muchas oposiciones últimamente, la gente sigue prefiriendo venir a estudiar aquí", confirma Loli Liaño. Para leer o estudiar, o incluso en su modalidad digital, la biblioteca continúa siendo el espacio favorito de muchos.