La actriz coruñesa Aisa Pérez se mete en la piel de tres personajes de lo más diverso en la obra Sueño de una noche de verano, que la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico trae hoy y mañana al teatro Rosalía de Castro a las 20.30 horas.

Es la primera vez que recala en su ciudad con una gira. ¿A qué se debe la demora?

Yo me formé en Vigo, y luego entré en una compañía profesional en Sevilla e hicimos muchas giras, también con la Compañía Nacional. Nunca había coincidido.

Se estrena en la ciudad, además, sobre el Rosalía.

Sí, es el primer teatro donde vi una obra, de muy pequeña. Pasado mañana es la última función de la Joven Compañía. Que haya coincidido en el Rosalía es muy curioso, da nervios; tanto el Rosalía, como que sea la primera vez en A Coruña, como que sea la última de la Joven Compañía.

Es, sin duda, una gira diferente a las que están acostumbrados.

Sí. Hoy nos han dicho que solo caben 30 personas en el Rosalía. La semana pasada estuvimos en Pamplona en un teatro muy parecido al Rosalía, pero cabían 150 personas. En el teatro Principal de Ourense había 50. Al principio fue raro, parecía que no había nadie, porque no los ves, están separados. Es una situación muy concreta, pero es muy emocionante estar haciéndolo en este momento precisamente por esto. Es muy raro que nosotros estemos yendo por España adelante para hacer teatro.

¿El espectáculo debe continuar?

Exacto. Aunque ahora ya se acaba. Lo íbamos a estrenar dos días antes de que nos confinaran en marzo, el 14. Se tuvo que paralizar mucho, al final llevamos muchísimo tiempo con ella.

¿Qué tienen los clásicos, que se siguen interpretando a lo largo de las décadas?

Es algo curioso. Normalmente, el público que viene a la Compañía Nacional de Teatro Clásico es, sobre todo, gente mayor. A raíz de que estamos en la Joven Compañía, ha empezado a venir a vernos gente más joven. Es curioso cuando se acaba y tus amigos te dicen sorprendidos que les ha gustado, se lo han pasado bien, les ha resultado interesante. Al ser nosotros jóvenes, está actualizado. Da pena que no venga más gente joven, pero los que vienen están encantados.

¿Sigue habiendo cierto prejuicio con respecto al teatro clásico entre las generaciones más jóvenes?

Yo creo que sí, por desgracia. La labor de la Joven también es esa: acercar los clásicos con autores jóvenes, puestas en escena más modernas, al público juvenil.

Traen Sueño de una noche de verano. Bárbara Lluch, la directora de la obra, dijo que tenía la sensación de que Shakespeare la había escrito para ustedes. ¿Se siente así?

Quizá no para nosotros, pero sí para gente joven. Creo que los protagonistas, aunque no se especifica la edad que tienen, son gente joven: se lían unos con otros, son gente entre 17 o 21 años. Nosotros, que somos más enérgicos, entendimos a Shakespeare de una forma más cercana y más moderna.

Se dice que es la única pieza de Shakespeare que no se escribió para representarse en un teatro. ¿Se nota sobre las tablas?

No lo sabía. Hay algo curioso, que es que hay tres narrativas en la obra que se entremezclan: es lo interesante de la obra, no te da tiempo a aburrirte porque estás en una historia, de repente te cuentan otra, y luego otra. La de los jóvenes, la del mundo mágico y la de los artesanos que van a hacer una obra de teatro. Al final es una obra como de sketches.

Interpreta a tres personajes, uno de cada mundo. ¿Cómo se prepara para el desdoble de personalidad?

Es genial, súper divertido. La obra transcurre en tres mundos, yo estoy en los tres con tres personajes muy diferentes. Si no estoy en escena, me estoy cambiando rápidamente. No te da tiempo a pensar en cómo cambiar de uno a otro. Lo haces, y ya está. Uno es muy cómico, otro es muy serio, y otro es mágico, porque es un hada.

Entre ellos está Hipólita. ¿Cómo se mete una coruñesa en la piel de la reina de las Amazonas?

Lo que hemos hecho es sacarlo al mundo de hoy. Hipólita, precisamente, es como una tía de hoy en día, para lo que tengo muchos referentes. Lo difícil, quizá, sea hacer un hada. Hipólita y Teseo son duques del día de hoy, como la nobleza, como Letizia. Adaptamos la historia a la actualidad, no llevamos túnicas ni vestidos antiguos. Son obras atemporales, pero se entiende que sucede ahora aunque hablemos en verso. Es una forma de enganchar al público.