La humedad y el frío complican en estas épocas secar la ropa sin recurrir a máquinas y cualquier espacio se torna bueno para poner las prendas al aire. En Meicende, los residentes en una vivienda ubicada en la planta baja de un edificio han desertado de esa norma, cada vez más extendida, que ha borrado de las fachadas de los edificios casi todo rastro de los atuendos de sus habitantes. Los vecinos de la vivienda de este núcleo coruñés utilizan las rejas metálicas que protegen sus ventanas —tan al alcance de cualquier transeúnte— a modo de tendal y cuelgan sus prendas al escaso sol que alumbra en estas fechas prendidas de los barrotes.