A Guillermo Fernández-Obanza, coordinador de la ONG Ecodesarrollo Gaia, todavía le sorprende la capacidad de reacción del ser humano. Esa fuerza que no se sabe de donde sale para afrontar situaciones difíciles y salir adelante. Así se puede resumir un 2020 en el que “la pandemia ha sido protagonista”, como él mismo explica, pero en el que la asociación “ha intentado dar respuesta a todo lo que se venía encima”.

El año arrancó con muchos objetivos, pero el coronavirus cambió todos los planes. Ni siquiera eso les desilusionó. “En la ONG muchos somos gente mayor, pero hemos ideado un sistema para dar clases a los chicos a través de unas ventanas. No quisimos perder ni un minuto a pesar de la situación”, confiesa.

En los meses de encierro, la ONG se centró en la información, para que ninguno de sus usuarios perdiese detalle de la situación. “Emitimos cien comunicados para la población senegalesa de A Coruña. Les informamos de la higiene, de las mascarillas, de lo que decían en los Consejos de Ministros, de la necesidad de ventilar y de todas las restricciones”, recuerda el coordinador.

Además, durante el confinamiento recaudaron dinero para establecer cuotas periódicas para las personas sin recursos. “Pudimos darles ayudas a 100 personas, sobre todo madres solteras y chicas jóvenes. Ese dinero les permitió tener algo que llevarse a la boca”, informa Fernández-Obanza, que cuenta que la ONG colaboró durante este tiempo con los servicios sociales del Concello.

Ecodesarrollo Gaia no solo alimentó a familias, sino que también actuó de rastreador. “Llamamos personalmente a los usuarios para saber si tenían síntomas o conocer su situación para notificarlo a los servicios médicos”, señala Guillermo Fernández-Obanza quien, según los datos que maneja, asegura que “la incidencia en la población senegalesa de A Coruña ha sido muy baja”. “Y los que tuvieron coronavirus, hicieron la cuarentena en casa sin necesidad de hospitalización”, añade.

Pero el trabajo de esta ONG no acaba en A Coruña. Traspasa fronteras hasta llegar a Yoff-Tonghor, en Senegal, donde se encuentra la Escuela Coruña. “Reunimos todas las fuerzas que pudimos para informarles de todo lo que estaba pasando en España”, indica el coordinador. Un grupo de niñas que fueron desescolarizadas de pequeñas y que están aprovechando su “primera oportunidad para aprender a leer y a escribir” hicieron “mascarillas a centenares para repartir por toda la zona”. Con la colaboración de Cruz Roja, la escuela, que ya tiene 18 años, organizó cursos para monitores de asistencia al coronavirus. “También tiramos el techo para remodelarlo y han empezado ya las clases. Ahora están haciendo un curso de conservación de frutas. y un grupo de 60 niñas practica taekwondo”, cuenta Fernández-Obanza, con un tono ilusionante en su voz.

El año llega a su fin, pero la ayuda no cesa. En A Coruña se han retomado las clases, con varios niveles, y una iniciativa, que recibe el nombre de Danos la lata, trata de conseguir latas de conserva para sus usuarios. Lo más especial para el coordinador de Ecodesarrollo Gaia es que los chicos y chicas que día a día van a la asociación o piden ayuda “no se rinden”. “No están desganados. Tienen ganas de seguir con sus vidas. Piensan mucho en sus familias”, concluye.