La especialización de algunos de sus puestos en el cliente de la hostelería y la ubicación en las proximidades de zonas de alta concentración de establecimientos de este tipo hace que algunos mercados municipales coruñeses se vean directamente afectados por las nuevas restricciones impuestas por la Xunta a bares y restaurantes. El descenso de las ventas a estos locales por el menor aforo y horario que se les permite va parejo con otro fenómeno, el del aumento de las compras por parte de los consumidores particulares ante las dificultades para comer y cenar fuera de casa.

“Lo hemos hablado entre nosotros, ha sido una navidad francamente buena porque el consumo particular ha subido, pero no ha habido grandes pedidos para grandes asados, sino que ha habido muchas comidas pequeñas”, explica Leonardo Tomé, presidente de la asociación de vendedores del mercado de Elviña. Este recinto dedica la mayoría de sus ventas a familias y no se ha visto tan perjudicado como otros. “No notamos tanto la bajada porque no habido tanta alta, al cerrar la hostelería a las once la gente no iba a cenar tan temprano”, advierte Tomé sobre el efecto de las nuevas restricciones.

Este veterano vendedor considera que la hostelería “estaba tocada desde noviembre por la imposibilidad de hacer cenas de empresa” y su visión sobre la situación del sector es compartida por Ángela Barrán, presidenta de la asociación de placeros del mercado de San Agustín, quien destaca que las compras de la hostelería “estaban siendo muy ajustadas”, hasta el punto de que cuando en los puestos se avisaba de la llegada de un producto para el día siguiente la respuesta era: “Yo no sé si mañana me van a dejar abrir”.

Barrán aprecia “crispación” entre los hosteleros por la obligación de cerrar sus establecimientos a las seis de la tarde cuando el resto siguen abiertos. “Los ánimos está muy caldeados, si nos mandan a todos a casa a las seis de la tarde pues que sea a todos y que no paguen unos por otros”, comenta sobre esta situación, ya que considera “inaudito que se tome una decisión de este tipo de un momento para otro”.

Tras hacerse públicas las nuevas restricciones, los placeros de los mercados coruñeses optaron de forma coordinada por confirmar los pedidos que les habían efectuado los hosteleros para evitar problemas, lo que les permitió conocer los perjuicios sufridos por algunos de sus clientes. “Te encuentras con verdaderos dramas que te cuentan por cancelaciones de mesas, como una para seis miembros de una familia que son convivientes y que no pueden comer juntos fuera de casa”, detalla Ángela Barrán.

El mercado de San Agustín es uno de los que más ventas destinan a la hostelería gracias a la presencia en el mismo de puestos especializados en estos clientes y que en los últimos días están atravesando graves problemas al adquirir los productos porque “no hay forma humana de hacer una previsión”, según Barrán.

“Notamos que hay más consumo para casa pero los puestos en especializados en hostelería no son capaces de vender todo en el mostrador”, señala sobre la falta de salida de la mercancía, un problema que afecta especialmente a carnicerías, fruterías, queserías e incluso floristerías. “Está repercutiendo a establecimientos de todas las áreas cada tres semanas en su cuenta de explotación”, se lamenta Barrán, quien añade que los afectados “no tienen forma de reinventarse porque cuando lo hacen se vuelve a la medio normalidad”, por lo que advierte que se trata de una “situación muy dura para muchos compañeros”.

Las navidades tampoco fueron una tabla de salvación, ya que los puestos de pescado se vieron afectados por un temporal muy fuerte en el mar que hizo escalar los precios de los productos y motivaron muchos cambios de menús, según recuerda Barrán. La perspectiva de que esta semana se decreten medidas aún más duras ante la continuidad del incremento de los contagios hace que los placeros prevean ser “mucho más cautos” ante la nueva reunión del comité sanitario de la Xunta prevista para mañana.