Leer Seré feliz mañana, el libro de Xacobe Pato (Ourense, 1987), es transportarse a otro mundo de planes interminables, festivales y fiestas que hoy apenas existen. Un libro de fragmentos de un diario publicado en Instagram. Este librero, que a día de hoy recomienda Páradais de Fernanda Melchor, defiende que el papel y lo digital pueden convivir en un mismo espacio.

Su primer libro es un diario, como los que escribe desde que tenía siete años. ¿Cómo empezó esa afición por dejar todo por escrito?

Fue una cosa de mis padres y de mi hermana, que fueron los que me regalaron mi primer diario. No sé si porque era un niño muy tímido y no me comunicaba mucho. Para que pudiera expresarme y contar mis cosas ahí. Luego descubrí que lo leían a escondidas. Con el tiempo me ha quedado como una forma de expresarme y comunicarme conmigo mismo, y ahora también con los demás.

E introducía cosas que no eran del todo verdad...

Sí. Llegó un momento que sabiendo que era un escritor de 7 años leído, pensé que no podía escribir algo aburrido o tedioso. Las rutinas de un niño pequeño contadas en un diario son aburridas. Cuentas que vas al cole, que juegas al fútbol en el recreo... Tuve que meter un poco de ficción. Me inventé una novia. Yo creo que mi familia sabía que era mentira, pero se lo pasaban mejor leyendo esas entradas del diario que tenían parte de verdad y parte de mentira.

¿En algún momento creyó que se podrían convertir en libro?

Cuando empecé a publicar los diarios en Instagram, en 2018, mi intención sí que era que se llegaran a publicar en un libro. Como conozco bastante el sistema editorial, porque trabajo en una librería, sé que es muy complicado, ya no solo llegar a publicar un libro de manera más canónica que como lo hice yo, sino luego venderlo. Sin tener lectores y que no te conozca nadie. Creí que era una buena plataforma para darme a conocer. Eso también hace que las editoriales se empiecen a fijar en ti.

¿Es un ejemplo de que es posible que el papel y el mundo digital convivan?

Sí. Creo que lleva años siendo así. Mis escritores favoritos de cuando yo tenía 20 años, que tenían 10 o 15 años más que yo, publicaban en blogs. Me fijaba mucho en eso. Tampoco eran escritores de súper éxito, pero sí que eran leídos. Empecé a escribir un poco después de aquello y pensaba que los blogs estaban pasados de moda, así que Instagram me pareció más accesible. Es la red social en la que la gente pasa tiempo antes de dormirse o cuando va en el metro.

Habla también de las pequeñas cosas y la felicidad que provocan. Lo escribió antes de la pandemia, ¿ahora cobran más importancia?

Ahora mucha gente que está leyendo el libro me comenta que es un libro como de un mundo que ya no existe. Hablo mucho de festivales o sitios en los que la gente está muy pegada. Eso nos queda lejos ahora mismo.

¿Le afectó el confinamiento?

Afectó mucho a los diarios. Por un lado tenía más tiempo para escribir, porque estuve en ERTE, pero por otro, como me nutro de lo cotidiano y las conversaciones con mis amigos, tenía menos cosas que contar. Eso para mí fue complicado. Hay muchos escritores que escriben ficción y están acostumbrados a la reclusión, pero yo necesito nutrirme de lo que veo y lo que vivo.

Como librero, ¿hacia donde camina su profesión?

Estamos viviendo en un mundo que va mucho hacia la compra online. Las librerías tienen que hacerse fuertes en el terreno en el que siempre fueron fuertes, que es lo que nos hace diferentes. Veo mucha obsesión de intentar competir con Amazon u otras plataformas en su terreno, que es la venta online. Está bien plantar cara, pero lo más importante es seguir defendiendo lo que nos hace diferentes: la recomendación y el trato directo con el cliente. Eso nunca lo va a tener una plataforma digital por mucho que los algoritmos funcionen mejor. Los descubrimientos que te hace un librero no te los va a hacer un algoritmo.

En su libro defiende, además, que se puede leer cualquier cosa, sin avergonzarse.

Generacionalmente somos personas que sabemos que pueden convivir en la misma persona gustos diferentes. Ya no hay tanta vergüenza por decir que ves un programa o que lees libros que a lo mejor no están considerados como muy buenos por la alta crítica. Nos da un poco igual.

¿Los jóvenes leen menos?

No estoy tan de acuerdo con eso. Sí que es cierto que ahora hay una cantidad de competencia para los libros que a lo mejor no había hace unos años, pero yo creo que los jóvenes siguen leyendo. Es una cosa generacional. Las redes sociales han ayudado a que conviva la llamada alta cultura con la cultura más popular. La cultura popular me interesa porque tiene un poder de transformación mucho más grande y llega a más gente.

Escribió en su Instagram que tenía una idea para una novela, pero quedó en nada. ¿Le sucede a menudo?

En general, cuando tienes grandes expectativas, te puedes dar una hostia. En todas las novelas hay una diferencia entre lo que el autor imaginó en un principio y el resultado final. Es imposible que llegues a escribir el libro que deseas escribir, siempre se van a cruzar cosas por el camino. Hay que dejarse llevar un poco. Me gustaría hacer una novela, pero no es algo que me obsesione. Como lector, me gusta leer de todo, y como escritor, no me gustaría ser un escritor de un solo género. Quiero hacer cosas que no sé si hacer.