La noche del jueves al viernes, sabiendo ya que iba a estar sobre un escenario en A Coruña, Lourdes Hernández, Russian Red, se puso a pensar en lo “bonito que sería volver a tocar” y volver a sentir la conexión con el público y con sus canciones. Lo confesó ayer, casi como punto final a la masterclass que SON Estrella Galicia organizó en la sala Garufa, y en la que hizo un repaso no solo por su carrera como compositora y su forma de crear sino también por su manera de entender el arte y de cómo se gestaron los poemas y las fotos que forman su primer libro, These words leaving my body.

Lourdes Hernández volvió a cantar ayer Cigarettes, pero filtrada por los más de diez años que han pasado desde que esa canción la subió a la “cresta de la ola”, una ola que decidió “surfear” y que, después, abandonó, pero que la llevó hasta un lugar en el que, “desde muy pequeña” siempre había sabido que iba a vivir: Estados Unidos.

Hernández recordó ayer los nervios de su primera actuación, pero también los de todas las que la siguieron, cuando iba con su guitarra allí donde el público quisiera escucharla. No eran nervios solo por cantar, por afinar o dar bien un acorde, sino “por compartir la intimidad” con otras personas. Asegura que esa sensación no es siempre igual, como la emoción que le producen sus propias composiciones.

“Puedo escuchar una canción mía y romperme literalmente y otro día, no sentir nada”, relató ayer, con la misma sinceridad con la que confesó que, cuando decidió mudarse de Madrid a Los Ángeles lo vendió “todo” y que empezó “de cero” en el otro lado del Atlántico. “Fue muy fuerte porque no es lo mismo mudarte con las cosas con las que has formado tu hogar que sin nada”, explicó y recordó que quería “abrazar el momento como individua y no como artista” y es que, para entonces, su nombre y su voz sonaban en todas las radios. Aún ahora y con todo el tiempo que ha pasado, asegura que no se explica “cómo lo hacía”, de “dónde salía esa entereza” para enfrentarse a giras y escenarios con la verdad de sus canciones. Tras ocho años en Los Ángeles ha decidido intentar volver a casa, dejar un poco atrás ese lugar que representa “los mejores meses” de su vida, aunque con momentos duros.

Hernández se reconoció ayer “nostálgica” aunque prefiere la palabra “morriña” para describir ese sentimiento que la hace echar de menos la “comunidad”, el no sentirse sola, aunque haya bajado sola a la calle. Y es que la pandemia, la ha hecho querer volver, cada vez más.

Sabe que quiere hacerlo, sin necesidad de recurrir a ese juego que se inventó cuando era pequeña y que la ha acompañado desde entonces, y que se basa en hacerse una pregunta, coger un libro, elegir una página al azar, poner el dedo y dejar que el texto hable y que, de alguna forma, dé la respuesta que la ayude a decidir.

Por ahora, está rodando una película, volviendo a la interpretación y promocionando su libro, en el que, asegura hizo de dj de sí misma “con retales” con escritos y fotografías que tenía en el ordenador y que nacieron durante diez años, entre los veinte y los treinta, cuando sus cámaras de fotos todavía funcionaban y ella escribía poemas y reflexiones de todo lo que le pasaba, aunque no de la música.