El cirujano coruñés Diego González Rivas y el palestino Abu Akar Fira estrenan esta tarde, a través de la web de la Fundación María José Jove el documental Operation beyond the border, a las 19.00 horas; un registro de su viaje a Gaza el pasado mes de diciembre, en plena crisis del coronavirus, en el que cuentan no solo los problemas que tuvo Rivas para llegar a Palestina para operar y enseñar su técnica Uniportal Vats a sus colegas de Gaza sino también todas las dificultades que se encontraron a la hora de trabajar, como cortes de luz o la llegada de un hombre al que intervinieron de urgencia porque había recibido un disparo en el pecho.

El doctor Abu Akar Fira, cirujano palestino, que participa en el documental ‘Operation beyond the border’, relata en esta entrevista su experiencia en Gaza.

El doctor Abu Akar Fira, ayer, en el Quirón. | // CARLOS PARDELLAS Gemma Malvido

Vuelve a A Coruña, esta vez para presentar un documental...

Es la tercera o la cuarta vez. La primera fue en 2013, para aprender la técnica de Diego, pero esta es diferente. Yo vivo en Jerusalén, suelo ir frecuentemente a Gaza a operar y a prestar servicios médicos y en diciembre fui con Diego.

¿Cómo empezó el proyecto para documentar la visita?

Yo suelo documentar mis visitas en las redes sociales. Diego vio mi actividad allí y me preguntó si sería posible ir a Gaza, pero era el peor momento posible. Era el pico del coronavirus, la población estaba confinada... Le dije que iba a hacer algunas gestiones para organizar el viaje y también para ver si podía conseguir donaciones de material. Nos pasó de todo, al principio no le dejaban entrar, en el último minuto le dejaron volar porque contacté con el ministro de Salud y le mandó una carta cuando faltaban dos minutos para que saliese el avión. Cuando llegamos a Tel Aviv, tampoco tenía el permiso especial para entrar en Gaza, pero lo conseguimos al día siguiente, después de un mes de espera. Y allí vimos los problemas que tiene la población todos los días.

Trabaja en Jerusalén, en el hospital palestino Al Makassed, ¿hace este tipo de viajes humanitarios solo a Gaza o también a otros países, como Diego G. Rivas, que justo el domingo llegó de Mozambique?

Suelo ir a Gaza con organizaciones humanitarias cada dos o tres meses. Yo nací en Jerusalén y mi familia también. Me reconozco como palestino, aunque trabajo tanto en la parte israelí como en la palestina. Con estas visitas conseguimos que se desarrollen nuevas técnicas y que se mejore en la cirugía torácica. Estas técnicas están ayudando a mucha gente. Hay más de dos millones de personas que viven en Gaza, suelen tener atención primaria, pero muy pocas personas pueden salir para tener atención médica.

Restricciones por el coronavirus y por motivos políticos, ¿no?

Con el coronavirus la situación es muchísimo peor. No tienen los equipos adecuados para luchar contra el virus, no tienen suficientes vacunas, la situación ahora es la peor desde que empezó. En estos lugares pobres, la gente no puede mantener la distancia de seguridad, puede llevar la mascarilla, pero no es suficiente cuando viven catorce o quince personas en la misma casa y comparten habitación. La ciudad está muy poblada y el contagio se produce de una manera mucho más veloz y, por la falta de recursos, es mucho más letal y fatal que en otros países.

¿Peor que al principio de la pandemia?

Cuando nosotros fuimos en diciembre era muy mala, tuvimos que cancelar cinco cirugías de diez porque cinco pacientes dieron positivo en la prueba. Eso nos da una estimación de que quizá la mitad de la población de Gaza tenía coronavirus en ese momento. Ahora, un colega, que está en Gaza me ha dicho que es todavía peor. No solo es que haya muchos casos sino que hay mucha mortalidad. Es horrible.

¿Qué impacto esperan que tenga este documental?

El objetivo es simplemente mostrar a la gente que hay un problema en esta parte del mundo. Es una ciudad con casi tres millones de habitantes que no le importa a nadie. La gente vive en una situación horrible y necesita ayuda. Más allá de la política o de los problemas históricos, hay un problema humanitario que hay que resolver.

¿Ayuda de los gobiernos, de los países vecinos, de todos... quién puede solucionarlo?

De todo el mundo. Tenemos que ayudarnos unos a otros.

En Gaza, acudieron para realizar la técnica uniportal pero, ¿cuáles son las intervenciones que más necesitan o las que más se realizan?

Hay necesidades en muchas áreas, como en trauma, en cirugía vascular o neurocirugía. Tienen escasez en muchas especialidades, importantes además, y lo que es todavía peor, tienen deficiencias en equipamientos. Aunque tengan personal especializado en estas intervenciones, si no tienen material no pueden hacer nada, no pueden hacer operaciones y no pueden salvar vidas. Es crucial solucionar esta escasez severa en los equipamientos.

¿Hablamos de material quirúrgico o de cosas más comunes?

Hablamos de todo, hasta de lo más simple, en algunas ocasiones, faltan puntos de sutura o material esterilizado. Algunas veces tienen donaciones o ayudas, por ejemplo, para un quirófano, pero no es un flujo continuo de llegada de material y se acaba en un par de meses. Cuando estuve con Diego tuvimos una conversación con un cirujano cardíaco y decía que, si no tenía válvulas durante dos o tres meses, no podía operar. Eso pasa ahora en Gaza.

¿Es frustrante saber que podría hacer más y que la falta de material y las restricciones de movilidad no le permiten hacerlo o prefiere pensar en las vidas que sí puede salvar cuando consigue llegar a Gaza?

Intentamos hacer nuestra parte y conseguir material para poder operar. Lo llevamos todo con nosotros [una compañía china hizo una donación de material para que pudiesen realizar las operaciones]. Lo que hacemos es una pequeña parte, pero también estamos intentando animar a otra gente de otras especialidades y otras nacionalidades a que haga lo mismo. Esta es una de las razones por las que hacemos este documental, para que la gente esté alerta y sepa que está sucediendo algo malo y que todo el mundo necesita poner su granito de arena.

¿Estos viajes humanitarios le traen consecuencias negativas o represalias en su día a día?

No, porque nuestras visitas están organizadas a través de entidades humanitarias, con todos los permisos. No soy político, soy doctor, así que, mis visitas son estrictamente humanitarias.

¿Le gustaría hacer más viajes de este tipo a otros países o, por ahora, prefiere quedarse en Gaza?

Por ahora, estoy centrado en Gaza porque es parte de mi patria, pero claro que me gustaría tener la oportunidad de ayudar a otra gente en otros países.

¿Grabar el documental supuso una complicación extra a la hora de trabajar en el hospital?

Sí, sin duda. Tuvimos una donación generosa de una compañía china, que patrocinó el rodaje y todo en el viaje. Ahora, tenemos que centrarnos en conseguir donaciones porque podemos ir y operar a seis o siete personas, pero hay más de dos millones y todas necesitan ayuda.

Diego González Rivas: “La población no merece esto”

El cirujano coruñés Diego González Rivas, ayer, en el Quirón. CARLOS PARDELLAS

Al doctor Diego González Rivas no se le olvida el silencio y lo devastada que estaba Gaza cuando llegó. “Entrar en plena pandemia fue un milagro. No había entrado ningún médico de ninguna parte del mundo desde el inicio de la pandemia y entrar yo solo era casi imposible, pero finalmente, se consiguió por la importancia de que yo fuese a enseñarles técnicas quirúrgicas mínimamente invasivas”, explica, sentado en la camilla de una consulta en el Quirón, con el teléfono siempre en la mano. “Fue muy duro, porque entras casi como en una cárcel”, relata y con la paradoja de que, estando en “el lugar más poblado del mundo por metro cuadrado”, no veía a nadie. “Las calles estaban vacías” y solo había policías, recuerda. Eso le hizo pensar en las implicaciones que el confinamiento tenía para una población “que vive al día”, y que, si no sale a vender, no puede comer y con el agravante de que, probablemente, la mitad estuviese contagiada.

“La luz se va en medio de una cirugía porque solo tienen electricidad durante ocho horas al día, antes eran cuatro. Coincidió también un herido de bala, que corrimos y le salvamos la vida y las condiciones del hospital, que no está mal dotado, comparado con otras cosas que he visto por el mundo, pero no tienen instrumental para hacer videocirugías y todo tienen que hacerlo con donaciones”, comenta.

No será la única vez que se puedan ver las operaciones de González Rivas en la pantalla, ya que ha documentado también su visita a Uzbekistán, pero le gustaría, por ejemplo, poder haber contado con alguien que filmase su experiencia en Mozambique, sobre todo, “para que la gente conozca la realidad de los hospitales en el mundo”, porque “es muy dura en muchos sitios”.

“El principal problema no es tener un quirófano más o menos moderno, el problema es el día a día, que es lo más caro”, comenta, sabiendo que los compañeros que se quedan en el hospital de Gaza no van a poder seguir haciendo cirugías mínimamente invasivas porque no van a tener el material necesario, toda vez que las compañías no pueden hacer envíos masivos, sino que tienen que ser personas que crucen la franja quienes lo lleven.

“Uno de los chicos a los que operamos va a necesitar un transplante de pulmón y nunca le va a llegar allí. Me buscó en Instagram y me dio las gracias por la operación porque ahora respira mejor. Me pidió si podría hacer algo por su transplante porque él quiere vivir. Pero es todo muy complejo, porque no creo que le den permiso para salir del país y recibir el trasplante. Yo no me voy a meter en política, que no sé quién tiene razón, pero la población no se merece lo que está viviendo. Es inhumano”, zanja.