El Ministerio para la Transición Ecológica, a través de la Dirección General de la Costa y del Mar, publicó ayer en el Boletín Oficial del Estado la licitación del contrato de servicios para el cumplimiento del programa de vigilancia ambiental, control, coordinación de seguridad y salud de las obras que se ejecutarán dentro del proyecto de dragado y regeneración de la ría de O Burgo. La oferta es de dos millones de euros —2,44 millones de euros con IVA— y el plazo para presentar ofertas se acaba el 2 de junio.

Los encargados de ejecutar este contrato tendrán que hacer un seguimiento del estuario, antes, durante y después de las obras, de modo que tendrá una duración de 38 meses. Y es que, estas actuaciones comenzarán tres meses antes de que se ejecuten las obras y se mantendrán durante un año después de que se finalice el dragado. En este documento, se estima que el grueso de los trabajos se desarrollará en 23 meses. Los técnicos tendrán en cuenta la calidad de las aguas, también la evolución de las especies marinas y de la fauna y la flora.

Antes del inicio del dragado, se tendrán que hacer controles de los fondos, de las aguas, también sobre los ruidos durante las horas del día, una cartografía y un inventario de los bosques, dunas y sus hábitats en dos áreas y un informe inicial de macrofauna bentónica con cartografía de una estación por cada sector, esto implica saber, por ejemplo, qué especies habitan en la ría de O Burgo.

Una vez se inicien las obras, todos los días se verificará la retirada de los sólidos del estuario y, cada semana se comprobará el funcionamiento de las boyas de señalización. En los puntos de vertido se realizarán diferentes controles, entre otros, el de calidad de las aguas —para conocer el PH, la turbidez y la temperatura y otras variables— cada semana. Las muestras de aguas en puntos de interés se ejecutarán en dos profundidades y cada quince días. Estas muestras permitirán conocer si hay presencia de metales pesados y también de aguas fecales.

En la playa de Santa Cristina se realizarán tres veces al año —en total, seis— controles para conocer la evolución de la cota cero, y una vez cada ejercicio, una batimetría —un estudio del fondo del mar— con información sobre la evolución de la playa. En la zona de dragado, cada día se realizarán controles de turbidez y de sólidos en suspensión en la zona de la construcción de los recintos en los que se confinarán los residuos que no se pueden devolver al mar. Durante siete meses, todos los días se controlarán las aguas procedentes de la laguna de Culleredo.

Se realizarán también exámenes para conocer la calidad de las aguas en el interior de la ría y la laguna de Culleredo con frecuencia mensual, de modo que se harán 18 en el interior de la ría y siete en Culleredo, incluyendo el dragado del fondo de la laguna. En estos exámenes, que se replicarán en la bahía coruñesa pero con carácter semestral, se tomarán muestras de metales pesados, de pesticidas, de aceites y grasas y de fecales, entre otras variables.

Cada mes, durante una jornada laboral, se realizarán controles acústicos y la inspección de las pantallas acústicas.

En cuanto a los bivalvos, se realizarán tomas de muestras en berberechos cada mes para saber si tienen presencia de hidrocarburos, cada tres meses en los mejillones, y cada dos meses se examinarán los niveles de metales pesados en berberechos y en almejas babosas. De periodicidad trimestral serán los test de pesticidas organoclorados en berberechos y mejillones.

Los técnicos encargados de ejecutar este contrato tendrán también que elaborar un censo quincenal de avifauna por cada uno de los sectores con cuyos datos tendrán que redactar un informe mensual y otro al final de la fase operacional, que tendrá que contener fotografías y también un inventario por sectores y especies.

El seguimiento del patrimonio arqueológico se realizará de manera discontinua durante toda la ejecución del proyecto, aunque durante dos meses será intensivo, ya que será cuando se draguen las zonas protegidas y en las que podrían aparecer restos arqueológicos, como el pecio de Drake, el puerto de O Burgo o el torreón de los Bescansa, según consta en el pliego de condiciones del contrato.

Cada mes se realizará también un informe sobre el control del rebrote de la hierba de la Pampa.

Una vez finalizadas las obras, en la entrada y la salida de los arroyos se realizarán tomas de muestras y análisis de calidad de las aguas en la zona de dragado y también en la laguna de Culleredo. Se hará también un control de la situación final de los sedimentos dos o tres meses después del fin de la obra de regeneración del estuario y su entorno.

En la zona de vertido se estudiarán los hábitats y las especies que viven en el fondo marino, dos o tres semanas después del vertido, y se tomarán muestras también de los fondos. Durante dos años se realizará un seguimiento de la evolución de la zostera noltii, ya que su conservación propició que se cambiase, a través de las alegaciones, el proyecto definitivo de dragado. Una vez al año también se hará seguimiento de la vegetación dunar y tres veces, durante dos años,, se redactará un informe de la playa de Santa Cristina y de sus fondos. Se analizarán veinte sectores para saber cómo evoluciona la macrofauna del mar y habrá un censo mensual de avifauna, con fotos e inventario de especies.

La afección de la pesca artesanal en la zona de vertido será analizada tras las obras y también el rebrote de la hierba de la Pampa.