En medio de la crisis generalizada por el coronavirus, el sector de la construcción es de los que se han repuesto con más rapidez, y empresarios y sindicatos de la zona de A Coruña coinciden en que actualmente hay carga de trabajo en las obras. Más, de hecho, de la que pueden cubrir los trabajadores actuales. Faltan oficiales con experiencia, carpinteros, fontaneros, electricistas y, sobre todo, albañiles, y muchos de los que se encuentran son ya veteranos que llevan décadas en el oficio y se jubilarán en un futuro próximo. El legado de la crisis de 2008, que arruinó a muchos profesionales, y la desafección de las nuevas generaciones con los oficios ha deja a la comarca sin jóvenes que sepan usar la paleta.

Ignacio Sierra, uno de los responsables de la empresa coruñesa SG Constructora, ve “muchísima carencia de mano de obra, sobre todo de especialistas, albañiles y carpinteros, sobre todo albañiles”. En parte se debe a que ha habido un aumento de actividad en los últimos meses, pero señala que la carencia ya viene de atrás. José Antonio Martínez, gerente de la constructora coruñesa Lovuexco, señala que les hacen falta todo tipo de trabajadores, desde peones a jefes de obra, si bien “cualificados, que sepan y que quieran trabajar”. La población de oficiales, explica “está envejecida”.

Según puntualiza Fernando García, gestor en Galicia de la Fundación Laboral de la Construcción, las plantillas ya no se centran, como hace décadas, en masas de trabajadores sin cualificar. “A diferencia de lo que se cree, solo el 10% de los trabajadores tienen contratos de peón: la obra cada vez está más mecanizada y hay más requisitos técnicos. El 90% tienen contratos de trabajador cualificado”. Y ese perfil es el que es difícil de encontrar.

Mario Maceiras, secretario comarcal de Construcción de la Confederación Intersindical Galega (CIG), está viendo cómo por primera vez algunas empresas acuden al sindicato para pedir contactos de empleados y currículo, y achaca la falta de jóvenes a que “no hubo relevo generacional por el desprestigio generalizado del sector por la crisis” de finales de los 2000.

Muchos trabajadores cambiaron de oficio, y los jóvenes que empezaban a trabajar no veían futuro. Aguantaron algunos que se habían incorporado en los años 70 u 80 del siglo pasado, pero ahora les toca jubilarse “La crisis apartó a la juventud del sector e hizo que la gente prefiera hacer casi cualquier otro tipo de actividad”, resume Maceiras: el perfil de joven que se sentía atraído por la obra (casi universalmente hombres sin estudios superiores) prefiere ahora soldadura o instalaciones que el trabajo de paleta.

Si señala que la remuneración no es “mala” (el convenio para A Coruña calcula en más de 18.000 euros el salario anual del peón más bajo), Maceiras reclama mejoras en las condiciones laborales para hacerlas más atractivas “tanto a nivel salarial como social”.

Sin alumnos de albañilería

El centro Rosalía Mera oferta cursos de Formación Profesional de Grado Medio compatibles con la construcción, para carpintería, instalaciones eléctricas y soldadura y calderería. Las 22 plazas de cada curso se llenan cada año, y, de los aproximadamente 16 alumnos que completan la formación, “la gran mayoría encuentra trabajo en dos meses”, muchas veces en la empresa que hicieron las prácticas, explica el director del centro, Genaro García. Normalmente es en empresas pequeñas y medianas, que compatibilizan la construcción con otras actividades.

La situación es completamente distinta en el Centro Integrado de Formación Profesional de Someso. Este centro oferta dos grados superiores de proyectos de edificación y obra civil, y, según señalan fuentes del profesorado, tienen “buena aceptación”. Pero el grado medio, más físico, ha tenido tan poca demanda que solo se puede ofertar en régimen modular [por asignaturas] y ni así somos capaces de ofertar todos los módulos a la vez”.

Fernando García calcula que en toda Galicia hay menos de 100 plazas de formación de la Administración para este tipo de oficio, que se complementan con cursos para desempleados como los que ofrece su fundación.

Por comparación, el grado de Arquitectura de la Universidade da Coruña oferta 132 plazas en el curso actual.

Sin inmigrantes

Durante el boom de la construcción anterior a 2008, muchos gallegos iban a trabajar a regiones del país en las que los salarios eran más altos, señala Fernando García. Ahora, opina el gerente, “puede pasar”, pero “aún no es generalizado”. En aquel momento Galicia se nutrió de trabajadores del norte de Portugal, pero ahora la diferencia de salarios no están alta y la construcción portuguesa demanda mano de obra, con lo que “no están viniendo”. “Es otra preocupación”, considera García.

La falta de trabajadores también obliga a cambiar los contratos. “Hasta ahora trabajábamos con muchos autónomos y ahora mismo estamos contratando gente en plantilla”, afirma Sierra “y a lo largo del último año hemos buscado perfiles de gente joven, para formarlos y que se queden en la empresa”. Martínez, por su parte, puntualiza que “los buenos oficiales no quieren dejar de ser autónomos, porque ganan muchísimo más que siendo empleados”, al menos en la situación actual. Maceiras, en cambio, considera que la mayoría de los trabajadores por cuenta propia del sector son “falsos autónomos”.

Pese a todo, 1.000 parados

Según el Instituto Galego de Estadística (IGE) en marzo de este año había 4.600 trabajadores en la construcción en el municipio de A Coruña y 9.918 en la comarca. A pesar de la demanda de trabajadores, el sector todavía está lejos del paro cero, ya que en marzo de este año había más de 1.000 demandantes de empleo del sector en la ciudad (y más de 1.700 en la comarca).

En 2020 el 4,9% de los coruñeses afiliados a la Seguridad Social se encuadraban en la construcción, frente al 5,7% de 2012. Por distritos, el que tiene una mayor presencia de la construcción entre los trabajadores residentes es el noveno (Elviña, Mesoiro, Novo Mesoiro, A Zapateira y Pocomaco), donde la proporción alcanza el 7%. El porcentaje más bajo se da en el del primer distrito (Ciudad Vieja, Cantones, La Marina y Orzán), un 3,5%