El Tribunal Superior ha dado la razón al Concello y ha declarado caducada la licencia del eterno esqueleto de Os Rosales, el número 50 de la calle Emilio González López, cuya licencia fue concedida en 2008 y cuya construcción se paralizó cuando solo se había avanzado un 30% del proyecto. Como consecuencia, tendrá que tramitarse un nuevo permiso si se quiere rematar la estructura y adaptarla al plan general de 2013, al que no se ajusta el diseño original, entre otras cosas, por exceso de edificabilidad, la altura de la planta baja y la existencia de entreplantas.

La promoción ha cambiado de manos y, de manera paralela al proceso judicial, y ante la posibilidad de que les llegase un revés en los tribunales, como así ha sido, los nuevos dueños del solar presentaron en 2019 el estudio de detalle para pedir una nueva licencia. De llevarse a cabo la edificación, se cerraría el desarrollo del polígono, de 1991, al que solo le quedaría libre una parcela de propiedad municipal.

El permiso original para construir fue revocado en 2018, diez años después de que autorizasen a Inmobiliaria Coruñesa a levantar la construcción, que abarca toda una manzana, con ocho plantas, bajo comercial y bajo cubierta y que ahora mismo tiene una estructura completamente al aire sin rematar. Tenían 36 meses para terminar el inmueble. En 2013, año de aprobación de plan general, Urbanismo aprobó una prórroga de 24 meses, aunque el esqueleto ya estaba abandonado para entonces.

El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) revoca, con una sentencia firmada este 12 de marzo, un fallo anterior del Contencioso en primera instancia. El Alto Tribunal gallego entiende que no queda demostrado “el ánimo edificatorio”, esto es, que los pasos dados por la promotora en los últimos años no demuestran que tuviese intención de seguir con la construcción.

La sentencia rechaza que haya “un supuesto de fuerza mayor” para tener los trabajos parados, “sino simplemente una inacción, interesada o no, por parte de la mercantil habida cuenta de que no existe un motivo directo de la suspensión de la obra durante tan largo tiempo”. Tampoco acepta el Superior que el contrato firmado con otra empresa (la que ha pedido la nueva licencia) demuestre la intención de continuar los trabajos, “ya que no deja de ser una expectativa futura de un incumplimiento claro y constatable en el tiempo y sin causa que lo justifique” durante un espacio aproximado de seis años. De la paralización, añade la sentencia, “han derivado molestias causadas a los vecinos dado el mal estado de conservación de lo hasta entonces construido”.