Que el coche va a dejar de ser el protagonista de las políticas de movilidad coruñesas parece una realidad irreversible, impulsada tanto por fenómenos económicos, políticos y sociales globales e iniciativas locales. Pero el problema reside en cómo realizar la transición. Vecinos y comerciantes de la ciudad coinciden en que, para abandonar el coche, es necesario un gran refuerzo del transporte público para que sea viable vivir y trabajar en la ciudad sin el automóvil, algo que hoy no es factible para muchos coruñeses.

Y, a corto plazo, reclaman alternativas de aparcamiento. Las plazas de párking se han convertido en objeto de disputa política, pues el Partido Popular acusa al Concello de eliminar 700 puestos por toda la ciudad como parte de sus reformas urbanísticas sin presentar alternativas. La alcaldesa, Inés Rey, aseguró que no se están perdiendo espacios de aparcamiento, y que las plazas “son inmediatamente recolocadas”. El Concello, a consulta de este periódico, no ha concretado qué nuevos espacios para el estacionamiento ha implantado.

La presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos, Luisa Varela, señala que en toda Europa se apuesta por la movilidad sostenible y la peatonalización, algo que “en algunos aspectos apoyamos, en otros puede traer problemas”, pues para sacar el coche de las vías primero hay que “apoyar y poner en valor” el transporte urbano. “Estamos a la espera de que se remodelen líneas y amplíen frecuencias. Lo que no puede estar un usuario del transporte público es estar esperando más de media hora y que no pase una línea”, señala Varela. También reclama la creación de más aparcamientos disuasorios, donde puedan dejar los vehículos los conductores que lleguen a la ciudad.

La falta de alternativa de movilidad se ve en los barrios afectados por reurbanizaciones, aunque los vecinos las apoyen. El presidente de la Asociación de Vecinos de Oza-A Gaiteira-Os Castros, Paulo Sexto, señala que “nosotros estamos a favor de reurbanizar las calles y la peatonalización”, pero que “hay que ofrecer una alternativa”.

Desde el barrio no hay un modo de ir directamente en autobús “al polígono de A Grela, la universidad o a varios puntos” y “debería aumentar el número de buses”. Mientras tanto, ya alguna gente “tiene que ir en vehículo privado”, reclama al Concello que hable con Adif para habilitar en la estación de San Diego “las plazas de aparcamiento que se quitaron en la avenida del Ejército”, y que usen solares del barrio como aparcamientos. “Hay que mantener un equilibrio”, resume.

El presidente de la Asociación de Vecinos y Comerciantes de A Falperra, Jaime Suárez, también apoya los cambios y la peatonalización, pero, en su opinión, eso no quita que “el problema que tenemos es que hay poco aparcamiento”. En la actualidad “desaparecen plazas , sin tener alternativa, y va a ser un caos”. Según afirma Suárez, el comercio “sufre” por la gente que no puede aparcar. En la zona “no hay garajes, y los que hay, están carísimos, y están llenos”. Suárez propone crear aparcamientos en altura, y para los visitantes de fuera, aparcamientos disuasorios con “un buen transporte agilizado para entrar en el centro”.

La página web del Ayuntamiento cuenta 40 párkings en la ciudad, todos concentrados en la zona centro. Los aparcamientos de los barrios con los que ha contactado este diario tienen tienen modalidades más baratas para clientes habituales, pero no convenios para ofrecer un mejor servicio a los vecinos, si bien algunos, como el de Os Mariñeiros, tienen acuerdos con comerciantes de la zona que benefician a los clientes de estos.

Ese es también el caso de Os Mallos, fue la propia asociación de comerciantes Distrito Mallos la que construyó el párking del barrio, hace más de dos décadas. Su presidente, José Salgado, explica que se hizo “sin una empresa, con la fuerza del Distrito Mallos, con dinero de los vecinos para conseguir la cantidad que hacía falta”. Salgado prefiere no opinar sobre la situación de movilidad del barrio hasta que acaben las obras en la avenida que da nombre a la zona y en la plaza de Padre Rubinos, pues ocasionaron una “situación excepcional”.

En otro barrio de gran concentración urbana, el Agra do Orzán, la presidenta de la Asociación Vecinal Entrepeñas, María Gutiérrez, señala que le han pedido al Ayuntamiento más peatonalizaciones para el barrio, incluida la de San Leopoldo, en la que “nos hicieron caso”, pero reclama “aparcamientos disuasorios” en la tercera ronda, pues “el problema de aparcar del barrio es muy grande”. Cree, sin embargo, que “si hay un buen transporte público, la gente prescindirá de coches”, algo que en su opinión ya ha ocurrido con las mejoras en el bus metropolitano.

Pide una “mayor frecuencia y amplitud horaria” para su barrio y los demás, y para la ciudad “un tren de proximidad” aprovechando la conexión a los muelles interiores. “La línea podría ir hasta la Marina”, opina. También apuesta por habilitar en la tercera ronda un carril para bicicletas y patines y calmar el tráfico , peticiones que ha trasladado al Concello.

Recuperar la ciudad

El camino hacia la peatonalización es aplaudido por colectivos a favor de una movilidad responsable. La delegada en Galicia de Stop Accidentes, Jeanne Picard, señala que en las últimas décadas A Coruña fue hacia una mayor presencia del automóvil, y “ahora estamos intentando volver a recuperar la ciudad para los peatones”. El arquitecto y miembro de Ergosfera Iago Carro ve una “cierta valentía” del Gobierno local en las peatonalizaciones, que atribuye al apoyo de otras fuerzas de izquierda.

El presidente del club ciclista Mesoiro, Eladio Salgueiro, valora positivamente la reducción de la velocidad a 30 kilómetros por hora en las vías de la ciudades, y señala que, si coches y bicicletas pueden convivir, el carril bici “no es tan necesario”. Ni “tan seguro”, pues en A Coruña algunos tramos son “peligrosos”. Dentro de la ciudad ve “muy factible” ir a trabajar en bicicleta.