Leonardo da Vinci sigue fascinando casi cinco siglos después de su muerte. Inventor, artista, arquitecto, botánico, filósofo, urbanista, escritor y muchas cosas más, la exposición Leonardo da Vinci. Observa. Cuestiona. Experimenta trae al Cantón Pequeño varios de sus diseños más famosos, así como una carpa con juegos interactivos que explican las claves de su pensamiento y su curiosidad.

La exhibición, según explica su comisario, Jaime González, nace de un proyecto entre la Fundación la Caixa y el museo francés Leonardo da Vinci Clos Lucé, en el que trabajó durante dos años un equipo “multidisciplinar: desde ingenieros, arquitectos, programadores, diseñadores de juegos, educadores e historiadores”.

En el Cantón se pueden ver, en tres dimensiones, cuatro diseños del genio florentino. Uno de ellos es la máquina voladora, una “licencia histórica”, según González, ya que en realidad combina dos bocetos “que se intuye que estaban conectados”. Desde muy joven, da Vinci estaba “obsesionado con la posibilidad de volar”, y para buscar la clave de cómo hacerlo se fijaba en la naturaleza que lo rodeaba: los milanos, la libélula, el murciélago. Inspirándose en estos animales diseñó sus máquinas, pero él mismo “se dio cuenta de que iba a ser muy difícil que funcionasen”, pues un ser humano no tiene la fuerza suficiente como para manejar los mecanismos de propulsión que incorporaba. Sin embargo, le sirvieron para estudiar las leyes físicas y “demostrar la densidad del aire”.

Hombre de Vitrubio de Da Vinci. | // CARLOS PARDELLAS

En este mismo sentido diseñó el denominado tornillo aéreo, también presente en la exposición. Algunos también han visto en este un modelo para ascender a los cielos, pero da Vinci “sabía que no va a poder” remontar el vuelo, señala González. Esta estructura en espiral “la dibuja un montón de veces”, inspirándose en el tornillo de Arquímedes, una máquina conocida desde la Antigüedad clásica que se empleaba para subir objetos de un plano a otro. El modelo “ podía demostrar que el aire tenía densidad, y que por tanto podías moverte sobre él, y escalarlo”.

También se basa en modelos anteriores el barco de palas, un dispositivo con un mecanismo de propulsión giratorio que funcionaba a pedales. En este caso, el diseño de da Vinci es un intento de recrear un prototipo creado décadas antes por otro italiano. Este tipo de barcos se popularizó sobre todo en el siglo XIX, cuando se difundió el motor a vapor, pero también se emplearon en la antigua China, y en el Occidente medieval y de la Antigüedad clásica hubo varios diseños. Quizás la primera descripción es la del ingeniero romano Vitruvio.

Y es Vitruvio, precisamente, el que da nombre a la cuarta de las figuras de la exposición. El romano había descrito las proporciones anatómicas del cuerpo humano que consideraba perfectas. Un arquitecto contemporáneo de Leonardo da Vinci le enseñó los escritos del ingeniero, y el florentino “se queda fascinado”. Dibujó su famoso boceto del hombre inserto en un cuadrado y un círculo, la más famosa de las muchas representaciones del hombre vitruviano del Renacimiento (otro autor llegó a dibujar al hombre como la planta de una iglesia). Según señala González, el de Leonardo es “el más bonito y en el que queda más clara esa concepción. Quizás es tan reconocible como la Gioconda o La Última Cena”.

En este caso, la fijación de da Vinci trascendía de la curiosidad científica. El florentino, al observar estas equivalencias y proporciones, “entendía que estaban relacionadas con Dios y la percepción del Universo, que era un eco de cómo está formado el Universo”. Así, Leonardo da Vinci consideraba que esta chispa divina se tenía que incorporar a las obras humanas, en el arte y la arquitectura.

La exposición tiene una carpa en la que los visitantes pueden ver un vídeo sobre el pensamiento de da Vinci y participar en juegos interactivos en los que resolver cuestiones de ingeniería o entrenar la memoria. Debido al COVID, los usuarios no pueden tocar las pantallas y es necesario jugar de manera guiada por el personal de la exposición. El horario de visita es de 12.30 a 14.00 horas y de 17.00 a 21.00 horas de lunes a viernes, y de 11.00 a 14.00 horas y de 17.00 a 21.00 horas sábados, domingos y festivos. Se pueden pedir visitas con cita previa en el 900 801 137.

Una mente obsesionada con la ingeniería

De Leonardo da Vinci conservamos cerca de siete mil páginas manuscritas, señala el comisario Jaime González, y de ellas “tres cuartas partes incluyen bocetos, o cuestiones relacionadas con la ingeniería”. González explica que el florentino también fue innovador en la manera en la que dibujó sus modelos. Empleaba la perspectiva isométrica, que se sigue utilizando ahora, pero también fue “el primero, o de los primeros, en emplear la perspectiva explosionada”. Esta es la que podemos ver en la mayoría de manuales actuales con mecanismos complejos, en los que las piezas aparecen ligeramente separadas unas de otras para que se vea mejor cómo encajan. Esta precisión provoca, señala González, que “hay veces que mirando los dibujos ves que no pueden funcionar”. Es el caso del famoso modelo de vehículo acorazado que envió a la corte de Milán, con un error en el mecanismo de las ruedas. González cree que no fue un gazapo, sino que lo hizo así para que no pudiesen robarle el diseño.