El fotoperiodista leonés José Manuel López Pérez ha sido reconocido con el XV premio Ksado de Creación Fotográfica que entrega la Diputación de A Coruña. El reportaje Atrapados a las puertas de Europa, que retrata el drama que sufren diariamente las personas refugiadas para cruzar la frontera europea fue la colección escogida de entre otras 65 que concurrieron al concurso. El trabajo del fotógrafo discurre, sobre todo, en zonas de conflicto como reportero freelance, donde dio el salto tras una década en la prensa local leonesa.

La colección premiada recoge el drama humanitario de las personas refugiadas. ¿Qué lugares e historias hay detrás de estas imágenes?

Es un reportaje sobre las condiciones en las que están viviendo los migrantes que tratan de llegar a Europa a través de Bosnia. Intentan alcanzar la Unión Europea huyendo de sus países de origen, donde hay guerra, hambre y pobreza. Antes ellos seguían la ruta de los Balcanes, que iba por Serbia y Hungría, pero una vez cerraron esas fronteras se han tenido que desviar hacia Bosnia y tratan de llegar a Italia cruzando a Croacia, pero están en condiciones bastante precarias. En cuanto llegan a Croacia les deportan otra vez para Bosnia. Ellos lo llaman “el juego” a la travesía para llegar a Europa. Hay muchos que lo intentaron cinco o seis veces.

Una de las imágenes de la colección premiada José Manuel López Pérez

¿Tuvo contacto con las personas que trataban de cruzar?

Sí, tuve contacto, hice entrevistas con ellos, me contaron toda su problemática.

¿Es correcta la visión que se tiene en Europa del drama migratorio?

Yo creo que sí es correcta, la información llega, y la información que llega es entendible. Lo que pasa es que aquí nos cuesta empatizar con el drama, sobre todo cuando está tan lejos. No llegamos a involucrarnos realmente, a ponernos en la situación del otro. Los minutos que dura en el telediario decimos ¡pobre gente!, y a otra cosa, y eso que en España tenemos el mismo problema y mucho más cerca. Se vio en Ceuta.

La de la migración procedente de los Balcanes es quizás una cara menos conocida del conflicto.

Sí, sobre todo la de Bosnia, que es la última. En su día, hace cuatro años, cuando llegaban las primeras oleadas de refugiados de Siria, aquella foto famosa de Aylan, el niño de la playa, tuvo muchísima cobertura en medios. Luego se olvidó, y sigue olvidada.

Una de las instantáneas premiadas en el certamen. José Manuel López Pérez

Como reportero gráfico, ¿percibe cuándo cambia la intensidad mediática en cuanto al tratamiento de estas realidades?

Sí, es un poco frívolo decirlo así, pero parece que va como por modas: se pone de moda un drama en un sitio, y luego otro drama en otro sitio. Tiene que pasar algo muy concreto o muy mediático, como lo que decía del niño Aylan, que un niño siempre sobrecoge más, para que todos los medios pongan el foco en esa determinada situación. Luego pasa de moda y se quedan olvidados.

Las fotos que retratan dramas humanitarios suelen ser impactantes. ¿Hay unos límites para transmitir con cierta sensibilidad, o hay que mostrarlo tal y como es?

Yo creo que hay que mostrarla tal y como es por dura que sea a veces, pero sin caer en el amarillismo, siempre dentro de un contexto. No hay que dejar de mostrar una foto porque sea muy dramática. Las cosas se pueden tratar de muchas maneras, hay que huir del morbo.

¿Volvió a saber algo sobre el destino o el paradero de las personas a las que entrevistó y fotografió?

Sí, yo no fui solo, fui con dos compañeros periodistas. Uno de ellos es kurdo y habla la lengua de los afganos. Le hicimos seguimiento a varios grupos, unos de ellos eran afganos. Estos, que son los de la última foto de la colección, salen corriendo por una montaña para cruzar a Croacia. Les seguimos hasta allí porque nosotros no podíamos cruzar. A través de este periodista pudimos saber que llegaron a Croacia, a Eslovenia, y les pillaron intentando entrar en Italia.

¿Es más habitual que lleguen a su destino o que no lo consigan?

Lo habitual es que no lleguen. Los hay que sí, pero hay miles allí esperando. Muchos lo intentan muchas veces y no lo consiguen.

Siendo Europa uno de los continentes con más recursos, ¿cree que hay poco esfuerzo para hacer frente a este drama humanitario?

Sí, porque al final lo que hacen es pasarse la pelota unos a otros. Ahora el problema lo tiene Croacia, entonces les dan fondos para que los migrantes no lleguen a cruzar. Por otra parte, dan ayudas a Bosnia para que los migrantes no se muevan. Es un doble juego para que no lleguen todos, al menos. Es lo mismo que hacemos en España, al fin y al cabo.

¿Es distinto el comportamiento en otras fronteras europeas que en las españolas?

Lo que yo he notado es que en Bosnia empatizan mucho más con los migrantes, sobre todo porque ellos han vivido una guerra civil hace cuatro días, como quien dice y muchos fueron refugiados también. Lo que a mí me extrañó es que Croacia, que también la tuvo, no empatice nada. Muchas veces, cuando cruzan la frontera, les dan una paliza, les quitan el móvil o el dinero, a veces les quitan hasta la ropa y los devuelven otra vez a Bosnia.

En su trayectoria ha trabajado en varias zonas de conflicto. ¿La profesión se ha vuelto más difícil?

Sí, desde luego, con las nuevas tecnologías hemos dejado de ser tan necesarios como éramos antes en las diferentes zonas de conflicto. Ahora todo el mundo hace fotos. En Siria, por ejemplo, nos vieron como algo muy necesario para contar lo que les estaba pasando, pero a medida que transcurrió el tiempo y ellos se fueron haciendo con cámaras y hacían ellos las fotos, nosotros dejamos de ser algo necesario para ser un objetivo de secuestros incluso.