El Colegio Oficial de la Arquitectura Técnica de A Coruña, cuya demarcación abarca la provincia y cuenta con delegaciones en Santiago y Ferrol, reeligió a Roberto Medín Guyatt como su presidente para un nuevo mandato de cuatro años. Medín, que ya presidió la entidad durante doce años en un periodo anterior, considera que la profesión se encuentra en un buen momento en el tramo final de la pandemia ante la reactivación de la construcción, sector al que considera decisivo para la generación de empleo.

¿Qué le animó a presentarse a la reelección?

Más que animarme yo, me animaron. Tengo setenta años pero hoy en día las edades no son lo que eran antes y, además, la junta de gobierno que tengo hace un trabajo en equipo muy importante y las cosas nos están saliendo bien porque le prestamos mucha dedicación. Ya fui presidente desde 1997 a 2009 y marché porque pensamos que le habíamos dedicado bastante tiempo. En 2017 nos presentamos a la reelección y ahora me animó a continuar la situación creada por la pandemia, ya que llegó cuando empezábamos a recuperarnos de la anterior crisis.

¿Cómo han afrontado la recesión que generó el coronavirus?

Pensábamos que iba a ser muy perjudicial, pero nos ayudó el propio confinamiento porque al estar tanto tiempo encerrada, la gente se dio cuenta de que hay que mejorar las viviendas. Y además, se hizo mucha vivienda unifamiliar porque en caso de confinamiento es mucho más llevadera que un piso. También se están haciendo muchas rehabilitaciones de fachadas en toda España por las ventajas que tiene el aislamiento energético, por lo que en el colegio hemos notado un aumento importante de los visados. Es cierto que no hay obra grande nueva como la que se hacía antes, aunque depende mucho de la normativa de cada municipio, ya que en Oleiros sigue habiéndola porque gestiona bien el urbanismo desde hace mucho tiempo, mientras que en otros se pueden tardar dos años en obtener una licencia.

¿Dificultó la pandemia la labor de los profesionales del colegio?

Sí, porque al principio las obras se paralizaron. Luego se fueron abriendo poco a poco, pero con unas medidas de seguridad muy estrictas, como la distancia física en las obras, que es muy difícil de conseguir, ya que en un hormigonado hay varias personas trabajando codo con codo. Hubo que arreglárselas con equipos de protección individual, pero las empresas se adaptaron muy bien, al igual que nosotros, que somos los coordinadores de seguridad y salud en las obras. La pandemia trajo paro, pero recuperando la construcción se recuperará el empleo porque admite mucha mano de obra no especializada, ya que la propia obra es una universidad en la que se van obteniendo los títulos profesionales.

¿Está viviendo la construcción un buen momento en esta fase final de la pandemia?

Es así, porque llevamos una estadística mensual y las curvas están subiendo, ya que la mano de obra está creciendo y no digo que lleguemos a las cotas de 2007 o 2008, porque para eso hará falta más tiempo, pero coincidimos con los datos de la Asociación Provincial de Empresas de la Construcción, que también son de obra ejecutada. Esta situación durará lo que duren los fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.

Una gran parte de esos fondos irán a la eficiencia energética y la rehabilitación. ¿Es una oportunidad para aparejadores y arquitectos técnicos?

Exacto. Y son para este fin y no para otro por la mano de obra que genera, ya que la rehabilitación emplea 1,6 veces más trabajadores que la obra nueva porque en esta última se emplea mucha maquinaria que en la primera no puede utilizarse, ya que hay que actuar de manera mucho más artesanal. Por eso es muy importante que rehabilitemos, ya que de esa forma recuperaremos del paro a trabajadores.

La Xunta tiene en marcha un programa para rehabilitar cascos históricos como el de A Coruña. ¿Hay ahí un nicho de trabajo importante?

Así es. Estamos representados en el Observatorio da Vivenda de Galicia, por lo que conocemos esta apuesta de la Xunta por la rehabilitación, que no solo permite recuperar mano de obra, sino también el patrimonio inmobiliario de Galicia, que en muchos lugares está completamente abandonado, ya que los propietarios no tenían dinero para rehabilitar sus viviendas y se dejaron arruinar. En España no hubo cultura de conservación hasta la Ley de Ordenación de la Edificación de 1999, mientras que en el mundo anglosajón y centroeuropeo se dedica una parte importante de los ahorros a mantener la vivienda.

¿Cree que la tendencia a construir viviendas unifamiliares generada por la pandemia se mantendrá en el tiempo?

En España vivimos más en bloques, por lo que creo que durará hasta que no haya más usuarios que quieran una vivienda unifamiliar, a la que no todo el mundo puede acceder, pero probablemente los planes urbanísticos futuros tengan en cuenta este cambio sociológico que ha venido dado por la pandemia y se hagan más viviendas unifamiliares.