Palomar al borde de la autopista en Palavea Vella. M.V.

Palavea es el núcleo tradicional de A Coruña más castigado por obras de infraestructuras, nula ordenación urbanística e incluso prejuicios y estereotipos. Hasta sus joyas están ocultas. Una de ellas acaba de ver la luz tras una reciente tala de eucaliptos de Autopistas del Atlántico (Audasa) en la zona de servidumbre de la vía. Es un elemento etnográfico que sorprende a los conductores al entrar en la autopista pero que era muy conocido para los residentes de Palavea Vella, al mismo tiempo que ignorado por el resto, incluso por el Plan Xeral de Ordenación Municipal (PXOM), que cataloga hórreos, fuentes o lavaderos, pero ni un palomar (en Santa Margarita queda una calle con el nombre como recuerdo). Este además es un extraordinario ejemplar que, salvo la cubierta caída, conserva su estructura circular de piedra, con unos cinco metros de altura y más de tres de diámetro y unos 250 nidales en su interior.

Ana y su nieta hace más de veinte años en el interior del palomar. | // L.O. Marta Villar n

Este palomar hoy en día está dentro de la zona de servidumbre de protección de la autopista y por eso Audasa cortó la maleza y arbolado, por la normativa contra incendios. Hacía al menos una década que los eucaliptos ocultaban esta estructura. Fuentes de la empresa señalan que los operarios advirtieron su presencia cuando acudieron a realizar los trabajos y tuvieron cuidado de no dañarlo. Audasa precisa que aunque en el catastro figura como titular del terreno, al ser una concesión, es del Estado. “No tenemos constancia de que sea bien cultural ni otra protección”, añaden desde la entidad.

“El palomar tenía unos travesaños de madera dentro para los pichones pero ya cayeron. Ahora solo van algunos jóvenes para hacer botellón, llevaron incluso asientos. Yo hace años que no voy, unos 25, cuando llevé a mi nieta”, explica Ana Ponte, vecina que reside en una vivienda de este lugar lindante con la gigantesca finca amurallada a la que pertenecía el palomar, donde existe una casa grande en ruinas además de otras construcciones y galpones junto con subparcelas donde los actuales dueños cultivan hoy verduras y hortalizas.

Otra sorpresa que depara Palavea es que a escasos metros de estas ruinas y del pombal se rodó parte de la película O lapis do carpinteiro. “Estuvieron una semana, sobre todo de noche, con unos focos”, añade Ana.

Vivienda en ruinas cerca del palomar. | // M. V.

El origen de este valioso patrimonio es difícil de rastrear. A principios de 1900, según escrituras de propiedad de los vecinos, pertenecía a la “granja de don Camilo Rodríguez”, aunque antes tuvo otros dueños, militares, religiosos e hidalgos. “ Tengo 76 años, nací aquí, y ya cuando era niño el palomar era viejo y tenía el techo caído por lo que es más que centenario. Yo conocí a los hortelanos que trabajaban las tierras y tenían ganado pero ya con el siguiente propietario, el primero no lo conocí. Había una casa tipo pazo pero la autopista la cortó por la mitad. Dicen que el dueño era de la familia Figueroa. Aún quedan las casitas todas de los empleados”, apunta Carlos Amor vecino de Palavea Vella.

“El palomar pertenece a una finca que existe unos metros más abajo, donde aún están las ruinas de la vivienda. Lo que cuenta la gente es que le llamaban la finca del General. Era muy grande, toda rodeada de una alta muralla de piedra que aún hoy se conserva. Lo que me dijeron fue que pertenecía a la Iglesia y con la desamortización de Mendizábal pasó a los militares y se quedó uno con ella. Luego pasó a otros dueños. Yo aún recuerdo una piedra grande del molino que había. Al borde de la muralla de esta finca pasaba el Camiño Real de Palavea a Castro de Laxe, que se corta por el monte Alfeirán. Se debería rehabilitar el pombal y el camino real, es una pena que esté así”, explica Alfonso Mascuñana, secretario de la Asociación Socio-Cultural Campo de Pena.

Parte del largo muro de cierre de la finca bordea las ruinas y el palomar. M.V.

Existe constancia documental de que Marcos de España y Figueroa era “señor del Temple” y dueño de la Casa de Palavea además de regidor perpetuo de A Coruña, con un hermano comandante de Infantería. El escudo de los Figueroa está hoy en la estructura de la fuente de Palavea, según investigación de los vecinos en el Museo del Castelo de San Antón.

En la Gazeta de 1894 se da cuenta de un juicio de las Madres Capuchinas de A Coruña, como herederas de bienes de Miguel de Castro y Figueroa (prior de la Colegiata) en el Portazgo y en Palavea. En la resolución judicial se indicaba que Nicolás Labaggi, tesorero del Ejército, tenía entre sus bienes huertas, pinares, labradíos y demás, en el lugar de Palavea, al lado de terrenos de Francisco de Soto Alfeirán (el palomar está en la ladera del monte Alfeirán).

Dentro de un suelo urbanizable del PXOM

En el vuelo americano de 1956-1957 resalta vivamente la estructura de tubo del palomar, cuando no existía autopista y el camino de Palavea hasta Culleredo pasaba a su lado. Aún hoy puede verse y seguirse a pie el trazado de esta antigua vía, a pesar de la vegetación y maleza.

El visor de la web municipal informa de que se sitúa dentro del sector de suelo urbanizable SUD-6 Monte Alfeirán, un ámbito de más de 166.000 metros cuadrados donde se prevé construir vivienda colectiva y unifamiliar (máximo treinta viviendas por hectárea). El palomar, que queda dentro de este ámbito, se ubica en la franja de espacio libre público en paralelo a la autopista. Se especifica en la ficha urbanística que es necesario "conservar el hórreo protegido señalado" pero no se menciona un palomar.

Este sector estaba previsto en el plan general de 1998 pero no se desarrolló. En el actual planeamiento figura de nuevo y está pendiente de ejecución y desarrollo. Los propietarios de los terrenos del ámbito firmaron un convenio con el Gobierno local en 2009. Uno de los propietarios era Martinsa-Fadesa, que tras su quiebra sacó a subasta su finca en el monte Alfeirán.