Portosanto (Editorial Toxosoutos) y El custodio de los libros (Pámies) son las dos primeras novelas de Rodrigo Costoya, cántabro de nacimiento, gallego de adopción. Cultiva el género histórico con “historiones de aventuras” que han tenido una gran acogida de crítica y público. Mañana a las 20.30 firma ejemplares en la Feria del Libro.

Finalista del Torrente Ballester en 2018, premio internacional de novela histórica de Úbeda en 2020. ¿Qué efecto han tenido estos dos reconocimientos en sendas obras y en usted como escritor?

Pues lo que yo más anhelo: que mis novelas lleguen a la gente. Se puede publicar de muchas formas, pero cuando lo hace una buena editorial y da visibilidad a sus libros o hace campañas en las que apuesta por una obra, llegas al público. Es lo que único que a mí me importa, que se lean mis historias. A mí los reconocimientos me dieron más ganas de escribir, que ya las tenía y se multiplicaron. Te das cuenta de que no inviertes tiempo y esfuerzo a fondo perdido.

Sus libros son muy recientes y no empezó a escribir hasta poco antes de tener 40 años. ¿Llegó a la escritura leyendo mucho antes?

Todos somos más lectores que escritores, y cuanto más escritor seas más lector vas a ser. Cuando era pequeño me decían que escribía cosas que estaban muy bien. Pero siempre tuve la escritura en un segundo plano, nunca me lancé porque tuve una vida profesional muy absorbente. Cuando dejé de ser director de instituto, con 38 años, encontré el momento, era ahora o nunca. Empecé a escribir un lunes de septiembre de 2016 sin saber si llegaría al viernes. Y hasta hoy.

Y se lanza de cabeza con una novela histórica.

Es que tenemos un historión que me parecía que había que contar, sentí que había que novelar las teorías sobre el origen gallego de Cristóbal Colón. Así fue como empecé Portosanto.

¿Qué le atrae del género?

Me encanta desde siempre ese, digamos, subgénero. Pero he de decir que soy más de novelas de aventuras, y eso se nota en lo que escribo. Lo más importante de todo para un escritor, al menos para mí, es encontrar esa historia que tienes muchísimas ganas de contar, que quieres que llegue a la gente. A mí esas historias, o historiones, como los llamo, me llegaron a través de hechos históricos.

¿No le atraen tanto historias de la época contemporánea?

Que existiese la posibilidad real de que Colón fuera gallego y sus avatares es alucinante, me parecía motivo suficiente para escribir una novela. Yo no elegí ese espacio y tiempo y una vez que empiezo me rijo por esa época y ese lugar. Empiezo a investigar y me encuentro, al final de la Edad Media, con que aquí en Galicia hay una revolución irmandiña, un derrocamiento, una usurpación, una reina destronada, una guerra entre dos reinas. En esos años el mundo da la vuelta. La Edad Media a nivel mundial se acaba en Galicia porque la noticia de la ruta de descubrimiento del nuevo mundo se tuvo en Baiona.

¿Cómo se deben equilibrar en el género histórico la fidelidad a los hechos reales con los elementos y recursos de ficción?

Esa es la pregunta del millón. Una novela debe respetar dos ritmos: el narrativo, la prosa del texto; y el dramático, que a mí es el que me hace seguir leyendo un libro con los ojos como platos o, por el contrario, dejarlo. Cuando tienes que atenerte a hechos históricos, corres el riesgo de irte a otro tipo de texto, ensayístico o científico, y no podemos olvidar que quien abre una novela quiere leer una novela. Por el otro extremo, tampoco puedes irte a demasiados hechos fantasiosos, no se trata de inventarse hechos como cuando se inventa el mundo de Juego de tronos o de El señor de los anillos.

En esa lucha por el equilibrio, ¿cómo engancha al lector?

Hay muchos recursos. El camino que yo sigo es prescindir de descripciones, definir al personaje por sus actos, mucha acción y ritmo vivo, capítulos cortos cada uno con un golpe de emoción, tramas paralelas, sorprender al lector. Una buena historia es importante, pero no suficiente, hay que pulir mucho la técnica porque a escribir no aprende uno del todo.

¿Cree que el histórico es un género literario reconocido?

Los subgéneros van y vienen. La ciencia ficción o la literatura gore son minoritarios en España. Pero el thriller o policiaco y el histórico son tremendos. Cuando a Santiago Posteguillo se le dio el premio Planeta la novela histórica se dispara, o con la obra Aquitania, de Sáenz de Urturi, que venía del policiaco. A día de hoy son los dos géneros que más venden.

Usted es docente, ha impartido Educación Física. ¿En este disciplina enseña a sus alumnos como si fuera un narrador de historias?

Mis alumnos actuales son adultos de Formación Profesional que hacen un ciclo formativo para ser técnicos deportivos. Son módulos teórico-prácticos con mucha carga teórica. Siempre les digo que nunca renuncien a absorber conocimientos y que tengan en cuenta que al profesor que recordarán al cabo de los años será el que contaba las cosas mejor, al que mejor comunicaba. Así es como se llega al alumno, y al lector. Por eso yo siempre intento poner mis recursos narrativos a favor de la enseñanza.