Fue prácticamente un domingo cualquiera en el parque de Santa Margarita, salvo por la música que emanaba del anfiteatro y el empeño de los amantes de esta celebración, que se reunieron igualmente alrededor de las mesas del parque para comer y charlar. La romería no fue romería. “Descafeinada”, decía una vecina. Sin puestos de rosquillas, ni pulpeira ni grupos musicales ni grandes reuniones. El coronavirus se ha llevado todo lo que hace especial esta cita que suele poner el punto y final a las Fiestas de María Pita.

De hecho, la romería se ha celebrado un fin de semana antes de lo que es habitual, lo que también despistó a algún paseante. “¿Pero es hoy la fiesta?”, se preguntaban algunos al ver cómo las familias colocaban los manteles y tuppers sobre las mesas de madera. “Hace varios años que venimos. Esta vez tendrían que haber instalado algún puesto, aunque fuese con medidas por el COVID, pero así es una pena”, comentaba Javier, junto a su madre, que además de la comida, llevaron un altavoz con música “para animar un poco”.

En el cartel oficial figuraban Magín Blanco, Cántigas da Terra (13.00 horas), Xacarandaina, Joel Padín y Leilía, pero el joven Manuel también llevó su gaita a Santa Margarita. Compartió mesa con otras dos familias, fieles a la romería, y se encargó del toque musical. La agrupación folclórica Os gaiteiriños, reconocibles por sus camisetas —todas iguales y con el logo—, acudió a Santa Margarita con el firme objetivo de “mantener vivo el espíritu” de esta fiesta, dijo el presidente, José Luis Galán. “Esto no tiene precio. Queremos recuperar la esencia, por esto hablamos entre nosotros, tocamos en la explanada de la Casa de las Ciencias y nos juntamos para comer”, dijo, mientras el presidente fundador de la agrupación musical brindaba desde su silla. Porque además de los asientos de madera del parque, se pudieron ver sillas de playa y neveras. Hasta los perros disfrutaban corriendo por la zona, que en tiempos anteriores a la pandemia estaba siempre llena de gente y de puesto ambulantes. Ayer, en cambio, parecía más un desierto que una romería.

Sin embargo, no faltaron los brindis —“por Santa Margarita y por seguir celebrando”—, los bailes y las fotografías, para guardar un recuerdo de esta atípica celebración.

También hubo grupos que fueron a Santa Margarita “de casualidad”, para hacer un picnic al aire libre, y se encontraron con un ambiente algo festivo, sobre todo por los conciertos.

Allí ,cerca del auditorio se situaron los miembros de la Sociedad Deportiva Santa Margarita. Para hacerse ver. “Venimos a captar socios para poder sobrevivir”, explicaba el nuevo presidente, Nacho Novo. Su intención es que este club que el año que viene cumple 75 años no desaparezca. “Quisimos aprovechar la romería, aunque este año apenas se celebra, para recordar que estamos aquí”, comentaba, con la camiseta de rayas azules y blancas puestas.

La imagen la completaron niños corriendo, familias paseando y un sentimiento común que se expresaba en cada conversación: “Ojalá el año que viene vuelva a ser como antes”. Mientras, la romería sobrevive. Pase lo que pase.