Los investigadores del crimen de Samuel Luiz prevén acabar a mediados de septiembre con el análisis de los datos del volcado de los teléfonos móviles de los seis detenidos por haber participado en la agresión mortal. Así lo desveló ayer el delegado del Gobierno, José Miñones, preguntado por los medios de comunicación. Tras el alzamiento del secreto de sumario, el jefe de la Brigada Provincial de Policía Judicial de A Coruña, Pedro Ramón Agudo, el 3 de agosto, había explicado que el volcado de los teléfonos móviles era una de las pruebas que todavía quedaba por procesar, ya que los agentes tenían por delante el análisis de todo el contenido de los teléfonos, incluso del material que habían borrado, como las conversaciones en redes sociales que mantuvieron los sospechosos durante la noche del 3 de julio. Los agentes sospechan que los detenidos —tres hombres mayores de edad, dos menores, todos ellos privados de libertad desde el 9 de julio, y una joven, novia de uno de los arrestados adultos, que está en libertad, pero con obligación de presentarse en el Juzgado— hablaron de lo sucedido no solo en persona sino también por mensajería.

La investigación no está cerrada todavía, por lo que la Policía Nacional podría efectuar más detenciones relacionadas con el caso, aunque el sumario concluye que los principales sospechosos están ya arrestados. Otra de las pruebas que esperan recibir los agentes es el análisis de ADN del objeto metálico del que se incautaron en el registro de la casa de uno de los menores detenidos, ya que una de las heridas que tenía Samuel coincide con la utilización de un objeto como el localizado. La investigación está pendiente también de recibir los resultados del análisis de una prenda de ropa en la que aparecen cuatro perfiles de ADN que no coinciden con los de los dos principales sospechosos.

Los seis detenidos están siendo investigados por un delito de homicidio o de asesinato, a decidir durante el transcurso de la instrucción, a uno de ellos, además, se le investiga por apropiación indebida, al haberse llevado, presuntamente, el teléfono de la víctima. El joven reconoció estos hechos y aseguró que lo había tirado a la basura al enterarse de que era el móvil de Samuel.