La excepcionalidad de la farmacia Ossorio no radica solo en su gran longevidad, ya que en 2021 cumple 150 años de actividad ininterrumpida, sino que, además, el establecimiento de la calle San Nicolás ha estado regentado durante todo ese largo periodo de tiempo por cinco generaciones de la misma familia, que a partir de mañana celebrará ese destacado aniversario con diferentes iniciativas. Entre ellas destaca el que el personal de la botica atenderá al público ataviado con vestimentas de finales del siglo XIX para rememorar el lejano año 1871 en el que los Ossorio iniciaron su actividad en este lugar.

“Hemos tenido que recurrir a ropa de teatro, ya nos hemos vestido con ella y nos hemos reído bastante”, explica Francisco Martín Ossorio, el titular de la farmacia, acerca de esta original idea para festejar el siglo y medio de vida del local, a la que se unirá el regalo a todos los clientes de una crema que irá envuelta en una hoja de periódico coruñés del siglo XIX y de un folleto en el que se narra la historia de la botica. El escaparate del establecimiento servirá además para exponer diferentes objetos utilizados por los Ossorio en su actividad profesional a lo largo de la historia, mientras que en el interior se exhibirán anuncios y materiales de farmacia antiguos.

Luis Ossorio Ponte, bisabuelo del actual farmacéutico, fue el fundador del negocio. Aunque era natural de Viveiro, optó por desarrollar su labor en A Coruña, donde abrió la farmacia inicialmente en el número 34 de la calle de San Agustín, ya que el edificio 17 de San Nicolás aún estaba en obras. El 5 de marzo de 1871 levantó la persiana del local, que se trasladó a su actual ubicación el 22 de julio de 1873 y desde entonces no ha cesado de atender las necesidades de los vecinos de la Pescadería.

Ossorio no se limitó a ser un simple farmacéutico, ya que su implicación en la vida coruñesa le llevó a presidir el colegio profesional y a participar en la política como teniente de alcalde del Ayuntamiento, además de como diputado provincial y miembro de la Junta de Defensa de la ciudad. Aunque falleció en 1914, su hijo Luis ya se había hecho cargo de la farmacia en 1908 al adquirir el 50% de la propiedad de la misma, mientras que el resto lo recibió como herencia de su madre siete años después.

Durante su gestión, los Ossorio compraron la totalidad del edificio en el que se halla la farmacia, en el que pasaron a residir, y Luis continuó la senda política de su padre, ya que también fue concejal en A Coruña por el Partido Monárquico y fue el candidato más votado, superando incluso al muy popular Santiago Casares Quiroga. Una herida mal cicatrizada agravada por su diabetes hizo que falleciera en 1937.

“La actividad en aquella época no tenía nada que ver con la actual”, explica Francisco Martín Ossorio sobre cómo se desarrollaba la labor de sus antepasados. “En aquellos años no existían los preparados de los laboratorios y se preparaba todo en la farmacia”, destaca. También pone de relieve que no existía la Seguridad Social y para recibir asistencia solo había un hospital municipal y médicos privados a los que había que acudir pagando, “por lo que la farmacia era un lugar de recurso, ya que para mucha gente que no tenía medios no era fácil acudir a médicos”.

Luis Ossorio, al frente de la farmacia en los años treinta. | // LA OPINIÓN José Manuel Gutiérrez n

La rebotica de los Ossorio contaba así con toda clase de instrumentos y sustancias para la elaboración de los medicamentos, pero el actual titular del establecimiento señala que, aunque se mantiene un laboratorio, “no se parece en nada al original porque fue reformado” y detalla que se siguen haciendo preparados, pero solo de algunos productos dermatológicos, “aunque antes se hacía de todo, como inyectables y supositorios”.

Una de las anécdotas de la historia de la farmacia tiene relación con esta actividad, ya que Luis Ossorio tenía en la rebotica un vino que utilizaba en los preparados y veía que su nivel bajaba fuera de lo normal, por lo que sospechó que alguien se lo bebía. “Metió un purgante para ver qué pasaba y al día siguiente el que tenía una diarrea tremenda era el sereno, que tenía las llaves de todos los comercios por si pasaba algo y entraba y le daba un lingotazo al vino”, comenta de forma jocosa Francisco Martín Ossorio.

Tras la muerte de Luis, fue su hija María Asunción quien tomó las riendas de la farmacia, aunque tuvo que esperar a 1939 para hacerlo al haberse cerrado la facultad de Santiago durante la Guerra Civil y no haber podido completar sus estudios, aunque a lo largo del conflicto sirvió como enfermera de los heridos de guerra en el hospital de Oza.

La carencia de alimentos infantiles la llevó fabricar en la farmacia el producto Fosfatina Corso, que comercializó hasta que en 1944 los laboratorios Uriach reclamó por entender que podía ser confundido con su Phosphatina Falieres. Las graves dificultades de abastecimiento de aquellos años hicieron además que los Ossorio tuvieran que adquirir los medicamentos en Francia y Portugal.

Francisco Martín Ossorio sucedió a su madre tras licenciarse en Farmacia en 1986, aunque su vocación inicial era la de periodista. Sus inquietudes culturales le llevaron también a obtener el título de Geografía e Historia y a escribir obras de narrativa, poesía y ensayo, entre las que destaca la reciente Alfonso Molina Brandao. Un alcalde de su tiempo.

En 1984 se casó con la también farmacéutica Ana María Roig Nadal, quien en 2010 abrió su propia farmacia en O Burgo. Luis, uno de los hijos del matrimonio, terminó en 2017 sus estudios de Farmacia y trabaja desde entonces con sus padres, preparándose para asumir el timón del establecimiento y proseguir la larga singladura de los Ossorio en la calle San Nicolás.