“Hermosa barriada sobre la playa de Riazor, con tranvía eléctrico, a cinco minutos del centro de la población, chalés con agua corriente, luz y gas, cuarto de baño, cocina y jardín”. Con estas frases publicitarias trataban de captar compradores los empresarios que promovieron hace ahora un siglo la Ciudad Jardín, el conjunto arquitectónico al que, junto con el Barrio de las Flores, se dedicará desde mañana la Semana de la Arquitectura.

La de A Coruña fue una más de las numerosas ciudades jardín que se construyeron en todo el mundo a comienzos del siglo XX, según explica José Ramón Alonso Pereira, catedrático de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de A Coruña. El concepto original en todas ellas es que fueran una “ciudad alternativa” en la que además de viviendas hubiera centros de trabajo y equipamientos de todo tipo, pero en la mayor parte de los casos tan solo llegaron a levantarse casas dotadas de jardín.

“La importancia de la coruñesa es que se planteó de verdad como una ciudad residencial y con equipamientos y con un nivel superior a lo que cabía esperar en esa época”, destaca Alonso, ya que lo que después se conoció como Ciudad Escolar y Ciudad Deportiva de Riazor fueron concebidas originalmente como parte de la Ciudad Jardín, ya que sus instalaciones debían prestar servicio a los nuevos vecinos. En 1921, cuando se puso en marcha el proyecto, proponer un recinto deportivo para un complejo residencial era “modernísimo”, advierte Alonso.

El anillo formado en la ciudad por el paseo de Ronda delimitaba el ámbito del proyecto, en el que la avenida de La Habana actuaba como diámetro que separaba las viviendas de los equipamientos. La subida de los precios del suelo en esa parte de la ciudad hizo que finalmente parte de la Ciudad Escolar se construyese al otro lado del paseo de Ronda y que luego tanto el área educativa como la deportiva se convirtiesen en proyectos independientes.

Los promotores fueron una sociedad privada que anunció el proyecto como una “zona saneada de la ciudad” y con chalés de varias clases, ya que se dirigía a las clases medias. Estaba destinado a quienes querían abandonar la ciudad porque les parecía muy densa y poco habitable pero no querían alejarse demasiado de ella. “Pero acabó convirtiéndose en un barrio de lujo, sobre todo la avenida de La Habana, donde están las viviendas más grandes y mejor orientadas hacia Riazor”, aclara Alonso.

La Ciudad Jardín alberga también, sin embargo, las viviendas pareadas de la cooperativa Domus, que son más modestas y estaban dirigidas a funcionarios. Fueron diseñadas por Santiago Rey Pedreira y son “muy interesantes arquitectónicamente”, ya que introdujeron conceptos del Movimiento Moderno en Europa como plantear que la vivienda “no es un traje a medida, sino que se puede seriar o normalizar y por lo tanto abaratar pero mejorando las características de la distribución”, detalla José Ramón Alonso. Este planteamiento permitió que se descartara el diseño de las viviendas al estilo decimonónico, con pasillos muy largos a cuyos lados se repartían las habitaciones y que ocupaban gran parte de las casas. En cuanto a la construcción, al ser seriadas, estas viviendas “se construían muy rápido y de forma muy eficaz”.

Un barrio con “piezas excepcionales” como la cooperativa Domus y Villa Molina

Además de las viviendas de la cooperativa Domus, la Ciudad Jardín cuenta también con otros edificios relevantes, como Villa Molina, proyectada por Rafael González Villar, que al igual que, junto con las primeras son “piezas excepcionales” para José Ramón Alonso. Lo mismo sucede con el edificio Normal, entonces dedicado a la formación de maestros y hoy centro de actividades culturales de la Universidade da Coruña, al que considera destacable “no ya en A Coruña o Galicia, sino en toda España”. En su opinión, algunos de estos edificios deberían estar catalogados y otros incluso declararse Bien de Interés Cultural.

El estadio de Riazor también fue una construcción interesante, pero de su diseño original tan solo queda ya la Torre de Maratón, “que hoy está fuera de contexto”. Otro chalé destacado del barrio, Villa Felisa, no tiene tanto interés, según Alonso, aunque cuenta con el atractivo de que en el vivió unos años Camilo José Cela.

La Ciudad Jardín comenzó a desvirtuarse cuando en su interior se levantaron colegios y centros médicos, por lo que perdió el sentido original y ahora es “un barrio para ricos porque el mercado del suelo no es el de hace cien años”.