El Concello informó hace casi cuatro meses de que el derribo de las casas en ruina del antiguo núcleo rural de San José, en la avenida de Fisterra poco antes del límite con el municipio de Arteixo, iban a ser derribadas de forma inminente. En aquel momento, a mediados de junio, se colocaron vallas en el margen del vial donde están los inmuebles, que en los últimos años se convirtieron en foco habitual de consumo y trapicheo de drogas. Pero las vallas siguen en el lugar y las excavadoras no han aparecido para comenzar la demolición aprobada varios meses antes, cuyo proceso se inició en el mandato anterior. Fuentes municipales aclaran ahora que la presencia de ocupantes ilegales en al menos dos casas impide llevar a cabo el derribo, por lo que el Concello está a la espera de la orden judicial que suponga el abandono de esas personas para iniciar la intervención.

El Ejecutivo trabaja con dos escenarios, según las mismas fuentes: esperar a que el juez dicte la orden de desalojo en el plazo de cuatro semanas y actuar con un plan alternativo que consistiría en iniciar la demolición de todas las casas salvo las dos que están ocupadas, que se derribarían más tarde.

Una vez que se echen abajo las construcciones, el Concello urbanizará los terrenos y ensanchará la calzada, que en ese punto es más estrecha que en el resto de la avenida por la presencia de las edificaciones ruinosas. La operación supondrá además la incorporación al patrimonio municipal de una parcela de 486 metros cuadrados que pertenece a la Xunta y en la que en el pasado hubo una caseta de peones camineros.