La competición de los presupuestos participativos es dura: apenas 2,5 millones para cientos de propuestas. Esto ha hecho que los vecinos más comprometidos pongan carteles en las calles para promocionar sus ideas, en una proto-campaña electoral. Auguramos para el próximo año anuncios; en torno a 2025, mítines y manifestaciones; en 2028, organización de nuevos partidos; en 2030, un órgano representativo, y, a partir de ahí, desencanto con la clase participativa.