Su espontaneidad, su descaro y su autenticidad sin pretensiones hacen que, tan solo dos años después de su formación y con una pandemia mundial de por medio, Derby Motoreta’s Burrito Kachimba triunfen allá donde van. Este viernes 29 de octubre lo harán, con el público en pie y junto a sus compatriotas Califato 3/4 sobre el escenario de Noites do Porto a las 20.30 horas.

El suyo será uno de los primeros conciertos en pie de la ciudad. ¿Qué se siente al recuperar esa energía del público?

La verdad es que, en los que hemos hecho, arrancamos a tocar y nadie decía a la gente que se sentase y no sabíamos ni qué hacer. Es una sensación increíble, muy emocionante después de lo que hemos pasado. Como banda, llevamos 43 conciertos, de los cuales 40 han sido sentados. El camino ha sido largo, pero parece que estamos levantando cabeza, y con los conciertos de pie podemos volver al sudor, a la sangre y al amor.

La suya, como banda, es una trayectoria inusual. Tan solo dos años después de su fundación como Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, llenan conciertos. Y todo ello, en pandemia. ¿Cómo definen los dos años de su vida desde 2019?

Es una auténtica fantasía. Esta banda está siendo cumplir un sueño que siempre hemos querido tener: una banda que funcione, que saca discos, que gira. La pandemia nos cortó el rollo. En 2019, el año en el que nos dimos a conocer; veíamos que en cada concierto había más gente. De repente, llega la pandemia y nos corta el rollo, a nosotros y a todo el mundo. Lo que hicimos fue dedicar toda esa energía a Hilo negro, nuestro segundo disco, y paralelamente, estuvimos componiendo la banda sonora de La ley de la frontera, que se estrenó hace dos semanas. En vez de venirnos abajo, seguimos apretando, y nos ha funcionado. Con los tiempos en los que estamos, 43 bolos es algo increíble.

Venían todos de proyectos previos, con un estilo similar. De repente, se juntan, sale esto y funciona. ¿Cuál es la fórmula?

De entrada, yo creo que era la falta de pretensión de nada. Cuando nos empezamos a juntar en el local, estábamos inmersos en proyectos, cada uno teníamos cinco o seis bandas. Nos juntábamos los miércoles donde podíamos los que podíamos, era una especie de válvula de escape, donde dábamos rienda suelta a las locuras. Fue una mezcla de falta de pretensión, de hacer locuras sin pretender llegar a nada y del tiempo que llevamos de experiencia en el negocio, en el bussiness. Llevábamos muchos años tocando y enfrentándonos a lo que es ir a un sitio a tocar, promotoras, conciertos, en fin. Uno va aprendiendo a repartir la energía. En este proyecto, a nivel banda, nombre, motes, kinkidelia, fuimos a apretar donde creímos que había que apretar.

Igual la gente tenía ganas de algo de espontaneidad.

Sí, los mensajes que nos llegan de redes son la mayoría en ese sentido, de hacía falta un grupo como ustedes. Parece que el panorama estaba falto de un grupo así: una banda como se hacía antiguamente, no el cantante de turno y un productor. Somos un grupo de personas creativas que nos juntamos para hacer las canciones, cada uno aporta lo que tiene que aportar, esa es la cosa diferenciadora del panorama. Seguimos diciendo que somos una anomalía. Es una anomalía que un grupo como nosotros entre en lista de ventas.

En A Coruña comparten escenario con otro grande del panorama andaluz, Califato 3/4. Un grupo que ha puesto en el mapa la reivindicación de sus raíces, igual que ustedes. ¿Quién es referente para quién?

Nosotros tenemos un montón de nexos en común con Califato 3/4, simplemente por haber sido criados en un mismo contexto. Tenemos un montón de referencias que no son comunes: ellos cabalgan más sobre la música electrónica, nosotros vamos más por el palo del rock. Es una energía que está brotando en la ciudad, estamos muy orgullosos de que se expanda aquí en España, y esperemos que por todo el mundo.

Ha habido una evolución en los últimos años: del desprecio a lo andaluz a su reivindicación.

Sí, pero no solo a nivel andaluz, sino también a nivel nacional, de no trabajar solo con las referencias anglosajonas que nos llegan de fuera, sino con las que tenemos aquí. Tenemos gente como Rodrigo Cuevas que está mezclando la jota con lo moderno, o Moura, que es un grupo gallego que funcionan un poco con la psicodelia y las raíces gallegas y celtas. Es una manera de coquetear con la raíz. Lo mismo te está influenciando el blues de Chicago que la bulería de Lebrija.

Ahora que todo el mundo intenta hacer flamenco, ¿no les da miedo que se vuelva mainstream?

Ya es algo mainstream. Cuando Rosalía sacó El mal querer, que es un discazo brutal, más allá de que sea más o menos flamenco, ya era mainstream. El último disco de C. Tangana es un disco de rumba, que podría haber hecho Peret si tuviese 30 años y no estuviera muerto. Un beso para Peret, por cierto. Ese coqueteo con la raíz, aquí en España, ya no es una cosa de underground.

Ustedes no hacen ni rumba ni flamenco: hacen kinkidelia.

Sí. La kinkidelia es parte de este juego que venimos trayendo desde que armamos la banda: no cometer los errores que habíamos cometido con las otras bandas, y jugar a lo que es tener una banda mítica como nosotros lo entendíamos. Donde los nombres de los intérpretes no importan, cada uno tiene un mote, como Bob Dylan, que no se llamaba Bob Dylan. La kinkidelia es una broma de estilo que hemos creado en el que nos sentimos muy libres a la hora de crear. No hacemos rock andaluz ni rock progresivo, estamos haciendo nuestra música, la que nos sale, y nos sentimos más cómodos con la etiqueta de kinkidelia, que al final es algo que ha cuajado.

Al final, si hacen algo eminentemente suyo, nadie puede decirles que lo hacen mal.

Exacto. Es una excusa para nosotros. Podemos decir que no nos equivocamos porque hacemos kinkidelia.

Acaban de componer su primera banda sonora, para la película La ley de la frontera. ¿Cómo se escucha la música propia en la gran pantalla?

Es muy emocionante. Cuando vimos la primera versión de la película con las maquetas que habíamos enviado, y aún faltaban un montón de efectos por meter y escenas que montar, ya en aquel primer visionado fue emocionante escuchar nuestra música pegada a la película. Cuando la vimos en el estreno final fue increíble. Haber trabajado con el equipo, con Daniel Monzón, ha sido una experiencia increíble.