El Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) lleva casi medio siglo siendo la infraestructura sanitaria de referencia en la comarca, desde que se inauguró en 1972 con el nombre del falangista Juan Canalejo. La Xunta, que promete una inversión de 430 millones para sus futuras obras de reforma y ampliación, promete que lo será también en “las próximas décadas”. Pero ha recibido críticas, por su ubicación, de orografía y acceso difícil (no se anunció que se ampliaría el centro, en vez de construir otro, hasta finales de 2019); por parte de los vecinos de varias viviendas de Eirís, que temen ser expropiados. La Plataforma de Afectadas do Chuac y la asociación vecinal Uxío Carré organizaron ayer por la tarde, en el Círculo de Artesanos, una mesa redonda con cuatro expertos del ámbito sanitario y arquitectónico para hablar de las sombras que les ven al proyecto.

“¿Qué hospital queremos?” El médico y portavoz de SOS Sanidade Pública Ramón Veras expuso que la obra cumple dos de las reclamaciones que les pide su asociación: ser pública (en contraposición con el nuevo hospital de Vigo, con sobrecostes de centenares de millones de euros) y concentrar servicios que están dispersos.

Pero no responde, contrapuso, a otros muchos deseos. “No va a ser accesible, no ya por tren”, explicó, sino que “no está previsto un aparcamiento público y gratuito”. La ubicación, criticó, no tiene “facilidad de crecimiento”, por la falta de terrenos o la necesidad de hacer complicadas expropiaciones para obtenerlos donde sí existen. Veras vio una difícil convivencia entre las obras y los usos actuales, y criticó que el número de camas en habitaciones individuales solo suban del 10% al 55%. Otro problema, relacionado con este, es que el Chuac es un hospital “que no es humano en cuanto a espacio”, en el que los médicos tienen que tener en los pasillos conversaciones delicadas con familiares de pacientes.

Contó entre las necesidades hospitalarias en A Coruña más espacios docentes, y dotaciones para atender desde la sanidad pública funciones que ahora se externalizan en el San Rafael o en el Quirón. Nada de esto, dice, mejora con lo que se sabe del proyecto previsto.

Oscurantismo. Todos los ponentes señalaron la falta de información sobre la ampliación, sobre todo el arquitecto Iago Carro, de Ergosfera, que admitió que no podía opinar en profundidad sobre el proyecto porque “no hay elementos para informarse”. “Los informes sobre alternativas a la ubicación no son públicos; no se sabe lo que opinan los expertos sanitarios; el Concello cambia de criterio; los vecinos se enteran por la prensa” de que pueden ser expropiados, enumeró.

El arquitecto puso un “suspenso absoluto” a las administraciones implicadas, Xunta y Ayuntamiento, por la “falta de transparencia y participación, y afirmó que se podrían haber hecho públicos datos objetivos para informar a los vecinos y permitirles participar en un proceso que ofreció “muy pocas posibilidades” para ello; una crítica que compartió Mónica Díaz, coordinadora de la mesa redonda y representante vecinal. Martínez indicó que pidieron documentos técnicos al Concello y que este les transmitió que solo disponía del convenio por la Xunta. Carro limitó sus críticas arquitectónicas al mantenimiento del parking privado y de espacios arquitectónicos “de pésima calidad” por lo concentrados.

“Frustración”. Con esta palabra resumió el sentimiento de los trabajadores del Chuac la presidenta de la junta de personal del Sergas para el área sanitaria de A Coruña-Cee, María Jesús Seijo, que defendió que la participación de los profesionales sanitarios en este proyecto “fue nula” y que solo recibieron “documentación publicitaria”.

Seijo afirmó que algunos de sus compañeros ven bien que se haga una reforma, como manera de afrontar los problemas que arrastra el hospital y que se iban a solventar con anteriores proyectos (“estamos cerrando una reforma vieja que ya lleva 20 años, llamar a esto nuevo Chuac es una libertad literaria”, opinión pero consideró que, por lo que se sabe de la futura obra, “esto no es un proyecto de futuro y no va a resolver los retos” del centro. También le preocupa el impacto de las obras sobre los pacientes, y pidió afrontar “problemas estructurales graves”.

Alternativas. Para la doctora en Arquitectura y doctora de la Universidade da Coruña María Concepción Carreiro, la antigua fábrica de armas, sobre la que durante meses se mantuvo la expectativa de si sería la sede del nuevo hospital, “sería el espacio perfecto” para haberlo desarrollado, y habría espacio tanto para las instalaciones sanitarias como para la Ciudad de las TIC que está en marcha.

Carreiro fundamenta sus críticas en la “orografía difícil” y los problemas de accesibilidad del actual hospital, que ocupa un promontorio, y al que llegar caminando “es toda una aventura”. Los alrededores, señala, son un entorno “hostil” para los usuarios, y acusa a la Xunta de “manipulación de la imagen” en sus fotos promocionales, que disimulan las aristas de la topografía y eliminan los elementos que más agresivos.

También ve contradictorio incidir en la protección de As Xubias y incorporar edificios “de gran volumen” en la zona, cuya implantación no está planificada en el PGOM. Produce, indica, un gran “impacto visual” si se observa desde Santa Cristina.