Galicia es la comunidad líder en cuanto a pesca, y el puerto de A Coruña es de los más importantes. En lo que llevamos de año (pese a que este año han caído las capturas en el conjunto de la comunidad) va a la cabeza en cuanto a tonelaje, y las descargas han aumentado sustancialmente desde inicios de siglo. En 2003, el primer año que recoge el Instituto Galego de Estadística (IGE) se descargaron 16.263 toneladas, y de ellas se pasó a un pico de 47.501 en 2017. Pese a que las cifras han bajado, sobre todo debido a las diferentes cuotas y el desplazamiento de los caladeros, el año pasado se rozaron las 31.000, según datos de la Consellería do Mar.

Dos marineros muestran las capturas del día en los muelles coruñeses. | // CARLOS PARDELLAS

Pero la facturación no ha acompañado. El año pasado el kilo de pescado se pagó a 1,95 euros en A Coruña, mientras que en Vigo el precio fue de 3,18 euros, en Celeiro de 2,98 y en Burela de 3,13 euros. Este último puerto, que mueve 10.600 toneladas menos que A Coruña, tuvo una facturación 300.000 euros superior. Y no siempre fue así. En 2003 el pescado se pagaba a algo más de tres euros el kilo. Desde ese año hasta 2019, pese a que se duplicó el volumen de descargas, la facturación subió menos de un 40%.

Barcos de pesca amarrados en la dársena de Oza, durante el confinamiento del año pasado. | // VÍCTOR ECHAVE

La explicación la da el secretario general de Pescagalicia y vicepresidente de la lonja (que gestiona el propio sector pesquero), Torcuato Teixeira: el puerto coruñés se ha especializado en especies pelágicas, que viven en aguas cercanas a la superficie y tienen un valor inferior. “La lonja coruñesa destaca en jurel, caballa, sardina, mientras que la especie estrella de Burela, la merluza, o en rape en Vigo, tienen precios más altos” explica. La ciudad olívica, que posee la lonja de más facturación de las gallegas, mantiene una flota de altura que captura especies más caras.

En cambio, este tipo de buques entraron en declive en A Coruña. La flota arrastrera del Gran Sol radicada en la ciudad se redujo, en opinión de Teixeira, por el efecto de la reducción de cuotas y encarecimiento del precio del combustible, mientras que en buques de arrastre litoral, de unos 28 que operaban habitualmente hace una década, cayeron la mitad. “Sí que aumentó flota de cerco y artes menores” indica “pero trabajan sobre todo con especies pelágicas y no se nota tanto en la facturación”.

El presidente de la lonja y gerente de Pescagalicia, Juan Carlos Corrás, recuerda que la decadencia de las flotas de altura y de arrastre litoral no es solo privativa de A Coruña, sino que se ha notado en todos los puertos de la cornisa cantábrica, si bien admite que algunos han retenido una mayor proporción. En A Coruña “los barcos de altura se han ido desguazando o trasladando a otros puertos”, pero en Burela la facturación se ha casi duplicado desde 2003, y ha aumentado la remuneración por kilo debido a este tipo de flotas. Sin embargo, Corrás indica que es normal que los puertos se hayan ido “especializando”, y en el caso de A Coruña, esto ha pasado por centrarse en el marisco y la bajura. Teixeira señala que, pese a que en Burela el precio medio sea más alto, hay especies que no tienen mercado allí y sí en A Coruña, y que los barcos de arrastre litoral del puerto lucense vienen a vender a la lonja coruñesa.

Por otra parte, que los precios por kilo sean inferiores a otras lonjas no quiere decir que la de A Coruña esté en crisis, y, tampoco que sea menos rentable para los que trabajan en ella, pues la flota de altura también tiene costes y limitaciones diferentes a la de bajura. Corrás destaca que, pese a que hay menos oferta de especies de alta mar que hace décadas, actualmente unos 500 compradores acceden diariamente a la lonja, incluyendo placeros de la ciudad y otras gallegas, vendedores ambulantes y grandes mayoristas y exportadores de pescado. Teixeira recuerda que tiene “una capacidad de compra y distribución importante”. Casi nunca quedan pujas desiertas, defiende, y si llegan diez barcos de Burela o de Vigo, “la lonja de A Coruña tiene capacidad de absorberlos”.

Pero esta especialización ha tenido efectos negativos para los clientes de la lonja que no pueden permitirse comprar unas pocas especies, según defiende la pescadera y representante de los placeros de San Agustín, Ángela Barrán. “No somos competitivos, es mucho más difícil conseguir material a precios razonables que hace diez años, no hay suficiente variedad, no hay pescados finos”, resume su postura la pescadera, que necesita acceder a una amplia variedad de especies para trasladárselas a sus propios clientes.

“Te tienes que mover más para conseguir mercancía en otros puertos, en otras lonjas” explica la placera, y pone como ejemplo que si tiene que comprar sepia en Ribeira, el precio escala varios euros contando los gastos y el transporte. Barrán lamenta la pérdida de diversidad de la flota, y afirma que “los barcos que perdió A Coruña van a Avilés y Pasaia”, fuera de Galicia.

El expresidente de la Xunta y catedrático de la Universidade da Coruña Fernando González Laxe, que cuenta con una amplia gama de publicaciones académicas sobre el sector pesquero gallego desde hace décadas, considera posible que este año haya habido un “cierto desplazamiento” de buques hacia puertos asturianos, pues Gijón y Avilés están aumentando las capturas mientras se reducen en Galicia. Desde allí puede que sea más fácil llegar a los grandes mercados de Madrid, Barcelona o Bilbao, pero cree que es también importante, en la competición por los clientes, es la “imagen de marca”.

En busca del ‘Peixe da Lonxa’

Para González Laxe, que a A Coruña lleguen muchas especies pelágicas no es problemático en sí mismo, pues actualmente se demandan. “Si vas a un restaurante medio-alto te ofrecen jurel, caballa, sardina”, afirma, sin que se valore tanto como antes el lenguado o el rape, tradicionales alimentos de lujo. Pero sí que cree que frente a otros puertos, que han conseguido crear una “seña de identidad” como la merluza de Burela, “en A Coruña la lonja ha sido más generalista, no tan específica como para marcar una señal de identidad”.

El economista considera que esto la está perjudicando tras la pandemia, durante la que “todos hemos sido más marquistas”, y la anima a adoptar una señal de identidad, pues, aunque los cambios en la dieta están reduciendo el consumo de pescado en España, hay un “mercado enorme” en el ámbito internacional, y en países como China.

Esta es precisamente la estrategia que está adoptando la lonja, que este año ha retomado un proyecto detenido durante por el coronavirus para crear el sello Peixe da Lonxa da Coruña, que identificará a los peces y mariscos que hayan pasado por este mercado. El mes pasado se ha firmado un acuerdo con el Concello para impulsarlo, y Corrás considera que uno de los “grandes retos” que afronta la institución que preside es conseguir sacarlo antes de final de año para promocionar las capturas coruñesas. “Tenemos un peixe de muy buena calidad, sano y de gran valor proteínico” defiende el presidente de la lonja.

También asegura que la intención es “seguir atrayendo armadores” mejorando la gestión. Según Teixeira, en A Coruña no hay obligación de que descargue una colla portuaria, como en Vigo, hay un servicio de lavado de cajas “muy económico” y “servicios ágiles que funcionan bastante bien”.

Por su parte, el presidente de la Autoridad Portuaria, Martín Fernández Prado, señala que la gestión de la lonja por el sector ha demostrado ser una “fórmula de éxito” y que la entidad que dirige ha hecho inversiones en los muelles que le dan servicio por valor de dos millones de euros en los últimos años. Pese a ello, indica su “preocupación” por la bajada de precios y volumen de descarga a algunas especies, y lo achaca, al menos en parte, a las cuotas que limitan las capturas. “La cigala es muy preponderante en el puerto y no se puede capturar, pero no se entiende: los estudios dicen que sí hay cigala”.

Furtivos, cuotas y burocracia

Las cuotas son una de las bestias negras del sector, armadores, pescadores y compradores. Corrás afirma que “no paran de recortar, y se nos resta frente a otros países con más cuotas”. El patrón mayor de la cofradía de A Coruña, Felipe Canosa, considera que la falta de cuotas es “un problema tradicional”. Barrán cree que “no se ha peleado lo suficiente en Bruselas para mantener especies en las que éramos número uno”, y pide “pelear para mantener lo poco que tenemos”.

La placera también resalta un problema que considera específico da A Coruña: “todos los inspectores están aquí” y, según afirma, se ponen sanciones sin tener en cuenta el buen historial previo de los buques. En su opinión, esto podría hacer que algunos barcos prefieran marchar a otras lonjas, como las asturianas, aunque allí se tarde más en pagar.

Canosa no conoce ningún caso, en el que haya ocurrido eso aunque cree que “entra dentro de lo posible”. Un marinero de bajura, explica, se levanta a las cuatro de madrugada, vuelve a puerto a descargar tras doce horas “dale que te pego” y si a su llegada se encuentra con una inspección que prolonga media hora el trabajo, no le sienta nada bien, sobre todo si es un suceso frecuente. “Cuando no son los guardacostas es la Guardia Civil, cuando no la Unión Europea o Sanidad, igual en un mes te caen dos o tres inspecciones para una embarcación de ocho o diez metros” explica. A esto se añade “mucha burocracia, trabas, arreglar papeles que consumen mucho tiempo” y que, si no están en regla por un despiste, son motivo de sanción.

Aunque Teixeira no cree que ningún barco deje de faenar en la ciudad por las inspecciones, y considera que son “necesarias”, sí que defiende que “la lonja de A Coruña es la más inspeccionada en relación a otras del mismo volumen” y que la cantidad de comprobaciones es “desproporcionada” en relación al nivel de infracciones, “que es ínfimo”. “No estamos en contra de que haya inspecciones, pero pedimos que sean equitativas en relación a los diversos puertos”, añade Corrás, que añade que “cualquier mínimo error lleva una sanción, y, aparte, el historial queda marcado, con lo que el buque pasa a ser objeto de comprobaciones más frecuentes.

Canosa añade que las inspecciones y restricciones afectan a los que actúan abiertamente y acuden a la lonja, y no a los furtivos, un problema que “no dan metido en cintura”. Aunque no afecta por igual a todos los tipos de pesca, “en percebe, marisqueo o erizos hay un nivel de furtivismo grande. Desde las cofradías se está luchando contra él, pero desde las Administraciones muchas cosas fallan”.

Pone como ejemplo el caso del percebe, que los cofrades de A Coruña trabajan conjuntamente con las agrupaciones de Mera, Lorbé, Sada y Ares. Dentro del área que cubren, “tenemos una zona aceptablemente protegida, la de la Torre de Hércules, pero otras, como O Portiño, están muy afectadas por el furtivismo”, pese a la “magnífica colaboración de la Policía Autonómica”. Lo achaca a que “no se dan las instrucciones concretas” para aumentar el nivel de vigilancia, y reclama sanciones “mucho más duras”.