El programa Mar en Danza, que celebra los 30 años del Conservatorio de Danza, presenta el sábado 20 de noviembre el espectáculo Fordlandia, de Lucía Lacarra y Matthew Golding en el teatro Colón de A Coruña. El día antes, la bailarina dará una masterclass.

¿Qué es Fordlandia?

Es una pieza que creamos durante el confinamiento. Teníamos ganas desde hace tiempo de crear un espectáculo a dos personas, pero nunca teníamos tiempo, siempre estábamos viajando y haciendo espectáculos. Lo que nos dio el confinamiento a Matthew Golding y a mí fue tiempo de sobra. Estábamos separados, yo en el País Vasco y él en Ámsterdam. Decidimos utilizar ese tiempo de manera positiva. Fordlandia es lo que nos ayudó a evadirnos de aquella situación tan difícil e incierta. El mundo de la danza había desaparecido. El hecho de crear este espectáculo nos hizo soñar, desplazarnos a un mundo mejor. El concepto era volver a encontrarnos, volver a subirnos a un escenario y poder salir de casa y viajar. Nos dio oxígeno y es lo que hemos conseguido plasmar.

¿Cómo fue trabajar a distancia?

Fue difícil, sobre todo porque teníamos que hacerlo todo por teléfono, pero hacemos muy buen equipo y disfrutamos del proceso. Fueron diez semanas en las que no había otra cosa que hacer. Teníamos piezas que ya habíamos trabajado con algunos coreógrafos, trabajamos el concepto, los cortos que íbamos a grabar, encontramos las localizaciones... Es algo muy personal y honesto. Todas las imágenes que nos acompañan durante el espectáculo están grabadas en nuestros lugares de origen. Soñábamos con poder salir de casa para hacer esas grabaciones, encontrarnos en un estudio y poder trabajar esas coreografías. Mientras, tomamos todo tipo de decisiones de música, película, vestuario… El 15 de junio cogí el vuelo de Bilbao a Fráncfort, el 16 empezamos a crearlo físicamente y el 19 de septiembre lo estrenamos. Lo llevábamos bastante atado en nuestras cabezas.

¿Cómo fue verlo en un teatro?

Maravilloso. Fue muy emocionante. Llevo desde los 15 años actuando, pero siempre tienes la sensación de que te regalan roles maravillosos, que tú aprendes y actúas. Pero, en este caso, el hecho de hacer crecer una idea, desarrollarla, programarla, organizarla y producirla le da un aspecto muy especial. Cuando finalmente esa obra llega a un escenario es como dar a luz. Ese bebé que llevas cuidando y queriendo desde el primer día que tomas la decisión de crear algo. La emoción que sientes cuando estás en el escenario es muy especial. También la acogida del público te impresiona más que cuando tu trabajo es bailar bien. En este caso, nuestra responsabilidad engloba todo el espectáculo.

Era su primera experiencia como productora. ¿Habrá más?

Imagínate que nos gustó tanto la experiencia que antes de estrenar Fordlandia ya teníamos la segunda idea, In the still of the night, que estrenamos el mes pasado en Alemania. Ahora ya tenemos el tercero planificado para estrenar la temporada que viene. Creo que ha sido muy positivo. Hacemos muy buen equipo y el resultado funciona, así que estamos felices.

Con una trayectoria profesional de más de 30 años y muchos proyectos, ¿en qué momento de su carrera se encuentra y qué le queda por hacer?

He estado muchos años en compañías diferentes, en las que he aprendido muchísimo, me he desarrollado como persona y bailarina, y he evolucionado. Creo que dentro de esa evolución llegaba el momento de acceder a esa libertad de elección. Puedo elegir qué trabajo realizo, con quién, dónde, cuándo. Ser la dueña de mi agenda. Tengo esa libertad de poder decidir lo que quiero hacer y llevar a cabo proyectos para los que dentro de una compañía no tienes ni tiempo ni posibilidad. Estoy disfrutando muchísimo. Nunca he tenido una mánager, siempre me he ocupado de todo yo misma, y creo que eso poco a poco me ha ido preparando para hoy en día ser capaz de dirigir una compañía de producción.

Con Fordlandia estuvo nominada a los Premios Max y ha obtenido, a lo largo de su carrera, muchos galardones. ¿Qué significan para usted?

Mucha motivación. Siempre es difícil que tu propio gremio reconozca tu trabajo. Cada vez que he sido nominada o he recibido un premio, me han dado ese voto de confianza de sentir que la gente de mi mundo piensa que lo estoy haciendo bien. Me da ganas de seguir trabajando, me da alas. Nunca he dejado que los premios me suban el ego, han sido más como un voto de confianza.

Se ha formado y trabajado en otros países, ¿qué hay fuera que España no tiene?

Es muy diferente. He estado en Francia, en América y en Alemania. Cada país es un mundo, pero lo que tienen en común es que se le da más valor a la danza. Tanto la danza como la cultura se consideran algo esencial dentro de la educación, dentro de la evolución de un ser humano. Se le da un valor que en España todavía no se le da. Lo hemos visto en la pandemia. Somos un gremio considerado de lujo, como algo para entretener, pero que no es beneficioso económicamente. Se le pone en un segundo, tercer, cuarto o décimo nivel. En Alemania, donde he estado la mayoría de los años, cada ciudad tiene un teatro, cada teatro tiene su compañía de danza y están orgullosos de eso. Inculcan el arte a los niños desde pequeños. Hay programas educacionales con escuelas, van a ver ensayos y hay espectáculos especiales para ellos. Me parece algo muy importante, ojalá algún día se considere en España.

La próxima semana dará una masterclass en el Conservatorio de Danza, ¿qué necesitan esos niños y niñas?

Yo he sido una de esas niñas que estaba aprendiendo, estudiando y que tenía esas ganas de llegar a ser profesional y estar sobre un escenario. Aparte de hacer una clase, lo que me gusta es poder hablar con ellos. A mí me hubiese gustado en aquella época tener una persona con experiencia que ha pasado por lo mismo y, además, ha llegado. Siempre les incito a que me pregunten. Algo que no existe mucho en la danza es esa ayuda moral y psicológica que es muy importante con los jóvenes. Finalmente, es una mente fuerte la que te va a ayudar a llegar lejos. Me encanta el refrán japonés que dice “es mejor tener un 20% de talento y un 80% de trabajo que un 80% de talento y un 20% de trabajo”. En eso se agrupa también la fuerza mental para saber cómo utilizar tus pros, tus contras, para saber conocerte a ti misma. Es la clave para llegar lejos. Me gusta encauzarles en una manera positiva de trabajar.

En los últimos años se le ha dado más importancia a la salud mental. ¿Esto beneficia a la danza?

Sí, muchísimo. Los bailarines somos unas personas que estamos forzados a la autocrítica. Estamos trabajando todos los delante de un espejo y nos corrigen continuamente. Es muy importante que una persona tenga una mente estable y segura para coger esas correcciones como algo positivo. No como algo negativo que te va a minar la moral. Hay profesores muy buenos que no tienen esa psicología, que son demasiado duros con algunos alumnos que no están preparados para ello. Eso hace que muchos niños puedan sufrir. Sería ideal que las escuelas y conservatorios hicieran ese trabajo psicológico con los alumnos. Yo siempre me he exigido mucho a mí misma pero nunca me he hecho daño.